Obligará a construir un gran dique en la zona de Ponent para trasladar los servicios portuarios del Moll Vell, se incrementará el tráfico en toda la primera línea para acceder al recinto -justo lo contrario de lo que pretende el plan de movilidad-, los negocios del centro histórico tendrán una competencia directa frente a la Seu y beneficiará a la iniciativa privada sin tener en cuenta las necesidades de la ciudad. Estos son los principales argumentos del Colegio de Arquitectos, la Federación de Asociaciones de Vecinos y los dos partidos de la oposición en Cort en contra de que el Moll Vell se convierta en una nueva zona de ocio, como establece el avance del PGOU (Plan General de Ordenación Urbana), que se aprobará en el pleno de noviembre.

La entidad proteccionista ARCA también se opone y critica además que el gobierno del PP "lo anuncia al final del mandato y no ha intentado consensuarlo antes con la oposición ni con las asociaciones ciudadanas", como destaca el vicepresidente, Josep Masot. La portavoz del PSOE, Aina Calvo, lamenta igualmente que se haya hecho "de espaldas a la ciudadanía", porque se trata de "un proyecto con el que no tendremos la ópera de Calatrava, aunque habrá macroedificios". Las referencias al equipamiento que Jaume Matas anunció en la campaña electoral de 2007 fueron constantes. "Lo único que falta a esta propuesta es que pongan la ópera", incide el vicepresidente de la Federación de Asociaciones, Jaume Cànaves.

De "auténtico disparate" tilda el proyecto el portavoz del grupo Més, Antoni Verger, debido a las "amenazas" antes citadas, ya que "serán un desastre para la ciudad". Además, considera que "ubicar centros de ocio en muelles sigue un modelo urbanístico que está desfasado y ha fracasado en otros lugares", por lo que apuesta por "compatibilizar los diferentes usos portuarios existentes con la apertura del Moll Vell a la ciudad, ya que ahora está infrautilizado", según sus palabras.

Como advierte el decano de los arquitectos, Joan Morey, el Moll Vell del futuro plan urbanístico es "un regalo envenenado". Hace referencia a la construcción de un megadique, el incremento del tráfico y el perjuicio que causará a los negocios del casco antiguo y el paseo Marítimo que haya una nueva zona de ocio de más de 200.000 metros cuadrados frente a la Catedral. "¿Para qué queremos otro centro de ocio si ya tenemos el Marítimo? Lo que tendrían que hacer es pacificar la circulación en el paseo, devolver el espacio al peatón y mejorar la zona, que ya está construida".

Los arquitectos se reunieron el martes para debatir sobre el Plan Director del Puerto de Palma -cuyo borrador también prevé un Moll Vell de ocio- y coincidieron en que "se debe destinar a usos del puerto y sus derivados", con el fin de no levantar un megadique en la zona de poniente "que será de un enorme impacto visual en la Bahía".

"El crecimiento desmesurado solo tiene justificación desde el punto de vista mercantilista, ya que no hay ninguna necesidad de seguir invadiendo el mar con un nuevo dique cuando hay más de 200.000 metros cuadrados con una finalidad portuaria", afirma el vicepresidente de la federación vecinal. Cànaves ve similitudes con la ampliación proyectada en el puerto del Molinar, ya que en ambas iniciativas "se pretende defender un negocio privado a costa de los intereses de un barrio o ciudad". "Parece mentira que con todo lo que está pasando, se sigan empeñando en apostar por la especulación", lamenta.

El vicepresidente de ARCA va en la misma línea al destacar que "el proyecto derriba edificios que están catalogados -la antigua sede de la Autoritat Portuària- o son de interés patrimonial -la sede de Capitanía Marítima y la de Aduanas- para construir otros innecesarios y que no tendrán ningún valor patrimonial".