el antiguo recinto amurallado que protegió a la ciudad de Palma durante siglos, queda „y de forma parcial„ el lienzo de mar, poco más. En esa muralla marítima sobresalen tres baluartes: El de "Sant Pere", el de Berard y el del "Príncep". El primero, ubicado en el extremo occidental, durante décadas estuvo cerrado a cal y canto, y no fue hasta hace unos años que este espacio privilegiado se recuperó para la ciudad. Algo parecido sucedió con el baluarte del "Príncep" „ubicado en el extremo oriental„ en el que a mediados del siglo XX se edificaron unos edificios de uso residencial „hoy derruidos„, y que ahora está siendo recuperado como espacio público.

Por tanto, el baluarte de Berard fue durante mucho tiempo el único de ellos que tenía libre acceso, mirador privilegiado de la bahía palmesana y que hasta hace unos cincuenta años cabalgó sobre el mar, pues se adelanta considerablemente del lienzo de muralla.

Hay que recordar que el baluarte se encuentra en el Parque del Mar, concretamente separa el lago del parque infantil arbolado que se encuentra bajo la plaza Llorenç Villalonga. La separación es bien evidente pues, como he dicho, su posición avanzada respecto a la muralla es notoria.

La zona del baluarte de Berard fue fortificada por primera vez en época islámica. Antes, el solar, en campo abierto, era un pequeño cabo que, según Diego Zaforteza, era denominado Cabo, o Punta, "Nigra".

No sabemos con detalle como debieron amurallar este tramo los musulmanes cuando construyeron el gran recinto medieval de Madina Mayurqa, allá por el siglo XI. En el plano más antiguo que se conserva de la fortificación de Palma „fechado en 1596„ se puede observar una línea irregular en ese tramo de la muralla debido, seguramente, a la naturaleza abrupta de la costa marítima. De todas formas, no es aventurado pensar que esta parte de la fortificación debía ser muy parecida a la que había en el resto de la ciudad, es decir una muralla reforzada por altas torres de planta cuadrada.

Tras la conquista de 1229, se empiezan a tener noticias relacionadas con la fortificación, especialmente con los constantes arreglos y mantenimiento que exigían este tipo de construcciones. Además, el lienzo defensivo marítimo tenía un desgaste mayor que el resto. Hay muchos ejemplos que así lo demuestran. De esta manera, en 1377 se tuvo que reparar una de las torres del frente marítimo, "vora del mar€ batent al peu d´aquella torra". La mar batía y socavaba constantemente los muros meridionales de la ciudad. Por otro lado se fueron haciendo pequeñas modificaciones para modernizar la defensa de la "Ciutat de Mallorques". Así lo recordaron los antiguos cronistas, como Vicenç Mut (siglo XVII): "En el año 1230 estaba la ciudad fortificada con muralla de casamuro y torres a tiro de ballesta; después se fueron levantando algunos baluartes en forma redonda". El levantamiento de esos pequeños baluartes, o bastiones, respondió a la necesidad de combatir a la artillería, que apareció en el siglo XIV, consolidándose con el cañón a mediados del siglo XV. Ello explica que los bastiones se construyesen con muros curvos pues de esta manera repelían mejor el disparo de las balas de cañón. Por desgracia, no se puede precisar la fecha exacta de su construcción, pero no es aventurado pensar que su cronología oscila entre finales del siglo XV y primera mitad del siglo XVI.

No hay que perder de vista que después de la pérdida de Constantinopla en 1453, las incursiones turcas por el Mediterráneo se hicieron frecuentes; en Balears especialmente durante las primeras décadas del siglo XVI. Recordemos los asaltos a las villas de Valldemossa, Sóller o Pollença, por no hablar de los de Menorca.

Ante esta situación, los habitantes de Palma tenían auténtico pavor a un ataque de los turcos, lo que provocó la construcción de una serie de bastiones.

En el plano, anteriormente citado de 1596, se pueden observar algunos ellos, entre los que se localiza precisamente uno en el antiguo Cabo "Nigra", el cual recibe el nombre, ya en ese momento, de "Bastió de Berard". Recibió ese nombre por la cercanía de una de las casas más destacadas de Palma: Can Berard, que años más tarde se convertiría en casa solariega del conde de Santa María de Formiguera, en la calle que lleva este último nombre.

Hacia 1550, tras la insistencia de los jurados del Reino, se convenció al rey para que en Palma se construyese un nuevo recinto amurallado, una defensa moderna, preparada para resistir los nuevos embates de un ataque con artillería pesada. Se trataba de hacer un nuevo recinto con poderosos muros en talud reforzados con baluartes. Años antes de tomar esa decisión, se habían mejorado las murallas del frente del mar, tanto con la construcción de los bastiones, como con el arreglo de sus antiguos muros de época islámica. Ello tuvo como consecuencia que las obras de la nueva fortificación, denominada por la historiografía como "el quinto recinto amurallado" o la "muralla Renacentista", se centrasen primeramente en los lienzos de tierra adentro, dejando el tramo marítimo para la última fase de construcción del nuevo recinto, a excepción de sus dos baluartes que la flanquean: el baluarte de "Sant Pere" y el del "Príncep", que sí se levantaron al principio del proyecto. Por tanto, si las murallas y baluartes del interior se construyeron durante la segunda mitad del siglo XVI y todo el siglo XVII; la fachada marítima se inició durante las primeras décadas del siglo XVIII, alargándose toda la centuria.

Los primeros movimientos burocráticos con el fin de iniciar la fachada marítima datan de 1682, momento que el virrey de Mallorca, Manuel de Sentmenat, escribía a al rey, Carlos II, proponiéndole iniciar las obras del lienzo marítimo con urgencia, pues su muralla consistía únicamente en una tapia decrépita: "Només té una tàpia que cau". En el Cabo "Nigra" seguía habiendo el pequeño bastión de Berard erigido a finales del siglo XV. En el marco de la Guerra de Sucesión, concretamente en 1715, se conserva un plano de Palma levantado por François de Bezin en el que todavía se observa el viejo bastión: "Bastion de Berard" se puede leer en él. De todas formas en ese plano sí se observa una novedad y es que, delante del bastión, ganando metros al mar, se había construido una explanada de tierra. También se observa claramente que, arrancando del baluarte del "Príncep", ya se extendía la nueva muralla hacia el oeste, dirigiéndose precisamente hacia el antiguo Cabo "Nigra". Finalmente, ya hacia 1726, se localiza otro plano, en este caso de Jerónimo Cánoves, en el que se puede comprobar como el baluarte de Berard ya se había construido. Su aspecto actual responde a la actuación de Elies Torres durante los años noventa del siglo pasado y continúa siendo un mirador privilegiado de la bahía palmesana.