Hoy se cumplen 50 años de lo que hoy consideraríamos un engendro. El 23 de septiembre de 1964 se puso la primera piedra del Pueblo Español y Palacio de Congresos. Un proyecto que pretendía aprovechar el músculo turístico que comenzaba a exhibir Mallorca y que al final constituyó un fracaso. Hablábamos de engendro porque juntar en un solo espacio el Cristo de los Faroles, la Torre del Oro de Sevilla, la Alhambra, la Puerta del Sol de Toledo y la plaza de Navalcarnero es un cóctel imposible e innecesario.

Y, sin embargo, esta obra la proyectó uno de los arquitectos nacionales de mayor prestigio. Fernando Chueca Goitia (1911-2004), además de firmar obras monumentales como la catedral de La Almudena, es uno de los principales teóricos de la arquitectura española con libros como Ensayos críticos sobre la arquitectura y sobre todo su Historia de la arquitectura española.

La promotora del recinto era Conextur (Constructora y Explotadora Turística) que presentó el proyecto como una idea para "atraer y retener el turismo universal a beneficio de Mallorca y España". En el mismo acto de colocación de la primera piedra se advertía de que las obras no podrían comenzar de forma inmediata porque la empresa estaba pendiente de la concesión de un crédito de 40 millones de las antiguas pesetas (240.000 euros). Los trabajos comenzaron cinco meses después.

El 10 de marzo de 1967, miles de palmesanos acudieron a la inauguración del recinto. Asistieron autoridades turísticas de Madrid, como el futuro ministro León Herrera, y el obispo Álvarez Lara bendijo el complejo. El arquitecto explicó el sentido de su obra: "La magnífica pluralidad de España. Junto a una iglesia, una mezquita; junto a un palacio barroco, una alhambra".

Sin embargo, el Pueblo Español nunca ha dado los resultados económicos que se esperaban. Conextur no logró mantenerlo a flote. Pasó unos años en manos de Sa Nostra y de la Confederación Española de Cajas de Ahorros y de nuevo a manos privadas. Decíamos al principio que era un engendro, los potenciales clientes debieron entender lo mismo y jamás acudieron en masa.