Somos árabes. En cierto sentido. Somos jardín interior. La perla la escondemos. Lo mejor no se enseña a primera vista. Somos hijos de la celosía. También, somos del Trópico. En Can Massanet, una casa con origen en el siglo XVI y reformada hasta darle su aspecto actual en el siglo XVIII, una madre y su hijo, María Hincapié y Alejandro Jaramillo, han convertido el patio en una selva de lianas, plantas, enredaderas, que conviven en perfecta armonía. Entramos en Temple Natura. Homenaje al lugar de la Calatrava y respuesta a la filosofía de este lugar que es Babel en muchos sentidos.

Ella es de Medellín y su hijo, el primogénito, también. Se casó con el mallorquín José Javier Moragues, médico y propietario de la casa en la que desde hace unos años se ha montado un restaurante vegano que "cuida al máximo los ingredientes, que sean naturales, de temporada.

"Dejé mi pueblo, dejé a mis hijos con mis padres, y me vine a España, a Madrid, para ampliar mis estudios de marketing en perito agrícola. Allí conocí a mi marido. Me ayudó con mis hijos, Alejandro y Willy y adoptamos a la pequeña Ling, una cría sacada de un orfanato de China. Can Massanet es Babel. "Las mujeres de mi familia son muy valientes", reconoce orgulloso Alejandro, que estudió en Palma dirección de hoteles internacional y que ahora pone en práctica su proyecto de fin de carrera.

El inicio de Temple Natura fue una herboristería y dietética donde se servían tés. Con la crisis, la oficina bancaria que les alquilaban un local lo dejó y ellos ampliaron el negocio. "La tienda la hemos instalado ahí, y aquí está el restaurante, que ofrece menús diarios y cenas, solo los viernes", cuenta María.

"Busco el equilibrio en los platos. Si pongo tofu, combino con cereales integrales. Cocino el frito mallorquín de verduras, y las clientas mallorquinas me han felicitado", señala orgullosa esta mujer colombiana, mientras arranca algunas malas hierbas de un patio que parece selva.

Del mandarino cae un fruto y rápidamente se acerca a él el perro Copito. La buganvillia es trepadora que se cuela por la casa mallorquina que en su interior se ha dividido en distintas estancias aunque mantiene la estructura propia de planta baja, con negocio, y planta noble y segunda planta. No faltan los aledaños. En Temple Natura hay otros servicios. "Hemos creado un asociación cultural y hay talleres de yoga, meditación, talleres de cocina sana y también los viernes hacemos menú de tapas solidarias para distintas causas", indican la madre y el hijo.

"Nuestra idea es hacer de este lugar un centro de actividades para la salud", señala María. A los 16 años tuvo sus dos hijos, que dejó para buscarse un mejor destino, al cuidado de sus padres. Regresaría buscarlos y traerlos a Palma. Alejandro aprende al detalle sus mimos culinarios y Willy está en la tienda de productos naturales. "Cuando me vine, Colombia era un infierno. La peor etapa del narcotráfuco, con el cártel de Medellín, los paramilitares. Mallorca es un paraíso". En su patio se respira un poco a trópico.