Es la noche de la magia, del fuego, de las brujas, de los deseos y de la purificación. Pero también es la noche de las neveras de plástico (las azules con asa blanca siguen imbatibles), de las bolsas reutilizables de supermercado atestadas de tuppers, de las sillitas plegables, de minibarbacoas, de las litronas de cerveza y de los smartphones, que tanto sirven para poner música (la cumbia triunfaba en algunas zonas de Can Pere Antoni) como para hacerse selfies, porque ¿para qué ir de fiesta si tus contactos no se enteran de lo bien que lo pasas?

Los llonguets, tantos los de nuevo cuño (llegados de ultramar) como los de nacimiento, llenaron ayer las distintas playas de Ciutat para festejar la noche más corta del año. Muchos creen firmemente en el ritual; otros no son tan crédulos, pero por si acaso también queman sus papelitos con las malas vibraciones y tiran al mar los que tienen sus deseos; y hay unos terceros que directamente admiten que cualquier excusa es buena para salir de casa y marcarse una noche de torrada.

La cubana Irma Mora es del primer grupo: "Yo creo totalmente, siempre vengo, desde hace ya diez años". Mientras esperaba a que llegaran otras familias con las que había quedado para bajar a Can Pere Antoni, Irma explicaba que en su país no celebran San Juan, pero que tienen "a la Virgen de la Caridad", en la que también cree mucho. "Hoy venimos para celebrar como toca Sant Joan, y también para celebrar lo del nuevo rey", aseguraba partiéndose de risa, "¡para celebrarlo todo!". En la senalla llevaba el armamento: croquetas, bocaditos, cervezas y el ron."Que no falte": estaba convencida de que unos traguitos de su ron le acabarían de animar a meterse en el agua a medianoche ya que, como dicen en su país, "con tres copas el mono baila".

Y es que ayer para meterse al agua había que estar algo animado, pues el viento hizo que la noche no fuera especialmente calurosa. Al menos la nube gris que se posó amenazante sobre la bahía se quedó en eso, en una amenaza inútil: nadie se achantó y a las ocho y media de la tarde ya se encendían las primeras hogueras. En Can Pere Antoni los runners intentaban concentrarse en su carrera a pesar de la combinacion del olor del chorizo a la brasa con el de la gasolina que algunos usaron para encender el fuego.

Más barbacoas que hogueras

Las hogueras, por lo general de tamaño modesto, han perdido terreno frente a las barbacoa o las parrilla apañadas con medio bidón.Chema Moreno y sus colegas son de barbacoa (más mesa plegable, sillas, nevera...). Explicaban que ya tenían el despliegue muy controlado (no perdonan una revetlla ya que es "la manera de empezar el verano con buen pie"), pero se quejaban de que Cort no ponga más autobuses (a pesar de que se reforzó la línea 15 hasta las dos de la madrugada) o que facilite el aparcamiento. Tenían claro sus deseos y coincidían con Irma: "Salud, eso lo primero". Lo segundo: "Trabajo para todos".

Catín Ferrer veía la fiesta ´desde la barrera´, en un banco del Portitxol junto a sus vecinos, con su mesa y su nevera, pero sin meterse en la playa. Ya ni se acuerda de cuánto tiempo hace que baja de casa para celebrar Sant Joan y aunque admite no creer mucho, quema los malos recuerdos con un mechero por si acaso, "ja que hi som". De meterse al agua, ni hablar.

El ambiente familiar se iba transformando en más juvenil y fiestero según se avanzaba hacia Platja de Palma. Entre el balneario 13 y 14 Europa FM amenizó la noche con el dj Juan Sánchez, la batucada Saravà, The Claps y 84. Ritmos y hábitos modernos para una tradición que sobrevive a los siglos.