La obra vista por su impulsor. La creación arquitectónica retratada a través del ojo del artista plástico. Hablamos del grabado que acompaña este artículo. Saridakis dibujó el hoy palacio de Marivent. Cuando trazó cada uno de los límites, las ventanas y terrazas, era un sueño cumplido. Una gran casa de estilo regionalista levantada sobre un acantilado. Un mirador excepcional sobre la bahía de Palma. Con unas vistas que abarcan desde Cap Blanc a Illetes.

Ioannes o Joan Saridakis era un ingeniero de origen griego, nacido en Egipto en 1877 que había trabajado en las minas de cobre de Chile. Fue un gran aficionado a la pintura, un mecenas y un amante de todas las artes. Le gustaba más tomar los pinceles y el carboncillo que calcular masas o medir distancias. El artista que emergía sobre el técnico se mostraba orgulloso de su obra maestra, de su casa. Por eso la dibujó.

Aunque quien firmara la obra arquitectónica fuera Guillem Forteza. Pero Saridakis amaba su casa. Por eso tomó sus lápices y se situó al pie del acantilado. Trazó las rocas en primer plano, el inmenso torreón que destaca sobre el resto de volúmenes y hasta la barandilla cerámica desde la que se domina la bahía.

Un detalle llama la atención. El hoy Palacio de Marivent está rodeado de un pinar que refresca los calurosos días del verano. En el momento en que Saridakis dibuja su casa solo hay rocas peladas. El ingeniero llegó a Mallorca en 1923, cuando ya amasaba una gran fortuna. Hay dos formas de encontrar la residencia de tu vida: enamorarte de la casa ya construida en la que te sientes cómodo o encontrar el espacio mágico en el que deseas plantar tu tienda. Saridakis se alinea con la segunda opción. Llegó al final de su camino, sintió un flechazo y dio forma a su sueño. Vivió más de 40 años sobre los peñascos que le acercaban al cielo sin alejarle del mar. Estaba enamorado y eso le impulsó a dibujar el objeto de su pasión. Era generoso y por esta razón quiso que su devoción fuera compartida por los habitantes de su tierra de acogida. Lástima no correspondiéramos a tanta generosidad.