Muy propio de políticos de cualquier tiempo. Primero se homenajea de forma reiterada y después se destruye el legado del homenajeado. Es lo que ocurrió con Anunciación Marconi. Con gran pompa se le agradeció en instituciones estatales y locales de la época su generosa donación de Marivent y su contenido artístico, formalizada el 25 de mayo de 1965. Después, una vez fallecida la generosa mecenas, se incumplió de forma palmaria su voluntad.

El 31 de diciembre de 1966, durante la celebración de la Festa de l´Estendard, se entregó un enorme diploma de agradecimiento a la viuda de Saridakis. La fotografía de Torrelló que acompaña este artículo corresponde a este día. Según explicó el alcalde Máximo Alomar era "una compañera excepcional de un hombre excepcional" que "no dudó en dar cumplimiento a la que sabía voluntad de su esposo". Seis meses después, la mismísima Carmen Polo de Franco se trasladó con sus collares hasta Marivent para imponer a la viuda de Saridakis el Lazo de Dama de la Orden del Mérito Civil, concedido el ministerio de Asuntos Exteriores. Se reconocía, por supuesto, "su generosa donación". La esposa del dictador acudió acompañada de su hija, la marquesa de Villaverde.

El museo Saridakis fue bendecido por el obispo Álvarez Lara el 27 de septiembre de 1966. Abrió sus puertas al público el 27 de julio del año siguiente. Entonces se estableció que podría visitarse los jueves y domingos. Entre los objetivos que se perseguían estaban "la prestación de servicios culturales y de adiestramiento artístico". Con la viuda del ingeniero ya difunta no tardaron mucho en incumplirlos.

¿Qué hubiera pensado la señora Marconi de haber seguido con vida de los homenajes que le habían dispensado? ¿Habría reconsiderado su donación? ¿Se revolvieron ella y su marido en la tumba?