Con el fin de conmemorar el setecientos aniversario de la muerte de Ramon Llull, diferentes instituciones, tanto públicas como privadas, ya han declarado que los próximos años 2015 y 2016 serán proclamados Año Ramon Llull. Por ello, es conveniente ir recordando algunos rasgos de su vida y pensamiento. Con esta intención, hoy nos detendremos en la llegada de la familia Llull a Mallorca tras la conquista y en los primeros años de vida de Ramon Llull. A pesar de la extensa bibliografía existente sobre su figura -en 1700 el jesuita Jaume Custurer ya contabilizó veintitrés biografías del beato- hay que admitir que desconocemos muchos aspectos de su vida. Ya nos lo advirtió hace años uno de sus biógrafos, Jordi Gayà, cuando nos confesaba que al querer narrar las primeras décadas de la vida del doctor iluminado "ens n´anam per les bardisses".

Sí parece cierto que el padre de Ramon Llull, que se llamaba como su hijo y era natural de Barcelona, acompañó a Jaime I en la conquista de Mallorca. Ello explica que su nombre apareciese entre los beneficiados en la repartición de la isla, aunque no englobado en el colectivo de la comunidad de Barcelona, a la cual se le asignó su parte de patrimonio, sino como integrante de la hueste del rey. Efectivamente, en el Libre del Repartiment, datado el 1 de julio de 1232 se otorga el rahal Aljebeci, situado en el término de Palma, a "R. Lul". Esta finca tenía una extensión de unas veintidós hectáreas. También constan otras propiedades en el mismo libro del Repartiment de Mallorca asignadas al mismo "R. Lul Barchinone et fratum suorum" (es decir, a Ramon Llull de Barcelona y sus hermanos): una casa ubicada en la calle de la Acequia (actual Sant Miquel), por lo visto, cerca de la iglesia parroquial que da nombre a la calle; y una alquería en el distrito de Pollença, Beniatron (actualmente Biniatró, en Campanet), de unas ciento treinta y seis hectáreas. Según el medievalista Álvaro Santamaría se trataba de un patrimonio nada desdeñable que totalizaba ciento cincuenta y nueve hectáreas. De esta manera, la familia Llull debió ser considerada como "gente acomodada", medianos propietarios -un colectivo similar a la gentry inglesa- que fueron los que predominaron en el Reino durante las primeras centurias después de la conquista.

El resto de propiedades que posteriormente se fueron relacionando con la familia Llull, las tenían como enfiteutas, es decir, arrendadas a sus propietarios feudales. Al mismo tiempo, los Llull, la subarrendaban a otros enfiteutas de rango inferior, configurándose así la pirámide feudal. Por ejemplo, en 1242, la alquería de Massana, en el término de Pollença, los Llull la disponían como enfiteutas de la orden del Temple, que a su vez la subarrendaron a un tal A. Pascual y a su esposa Suau. O para el caso de la alquería de Abdarena, en el término de Palma, la tenían como enfiteutas del obispo de Mallorca, que a su vez la subinfeudaron a Guillem de Santjust. La alquería de Ramon Llull, en el término de Palma; la finca rural de Punxuat en Algaida o la caballería de los Llull (Mancor de la Vall) son otras de las supuestas propiedades que se relacionaron con los inicios de la familia Llull en Mallorca. A todo este elenco patrimonial debería añadirse el que poseía la familia en Cataluña, aunque por desgracia, a pesar de que se ha podido detectar, no se ha conseguido cuantificar, ni tan siquiera a grandes rasgos.

Ramon Llull, padre, que a la vista de su patrimonio pertenecía a la clase acomodada, decidió establecerse en Mallorca. Según Juan Binimelis, dos años después de la Conquista, y tras recibir sus nuevas propiedades "envió a Barcelona por su mujer", Elisabet d´Erill, con la que -al poco tiempo de llegar a Mallorca- tuvo a Ramon Llull.

Aunque sabemos que Ramon Llull perteneció a la primera generación de mallorquines surgidos tras la conquista catalana, ninguna pista nos da su pequeña semiautobiografía Vida coetània sobre el año de su nacimiento, por lo que debemos recurrir a las viejas crónicas: "El tiempo de su nacimiento -dejó escrito el cronista Vicente Mut- no se sabe, sólo hallo en algunas memorias manuscritas que fue cerca del año 1235". De hecho, de esos primeros años de infancia y juventud, hasta el momento de su conversión (hacia 1263), lo único que se sabe a ciencia cierta, es lo que denuncian los pocos documentos de la época que Mr. J. N. Hillgarth reunió en su Diplomatari Lul·lià.

En primer lugar, encontramos un par de documentos sobre la compra y venta de esclavos a los Llull. Uno de esos contratos hace referencia a Vidal Picaperes que vendió, en 1246, un esclavo, de nombre Alí de Bugía, a Ramon Llull, padre. Casi en las mismas fechas, Gueraua, mujer de Francesc Llull (con toda seguridad hermano de Ramon) vende a Guillem Saverdera una sarracena blanca, de nombre Aixa. Firmó como testigo Ramon Llull, padre.

El primer documento que hace referencia directamente al personaje histórico de Ramon Llull data del 24 de septiembre de 1257. Se trata de un documento en el que Llull ya aparece como esposo de Blanca Picany (seguramente natural de Barcelona), en virtud del cual el esposo se convertía en el procurador de su esposa. De esta forma Llull podía disponer de los bienes de su mujer, posesiones que tenía en la ciudad de Barcelona y su término, y en otros lugares de Cataluña. Por este mismo texto sabemos que en estas fechas, Ramon Llull, padre, ya había fallecido.

Ya en 1276 encontramos un documento crucial en el que se demuestra que Ramon Llull ya ha abandonado todas sus responsabilidades conyugales para dedicarse de lleno a la vida contemplativa. Efectivamente, el 13 de marzo, Blanca Picany acude, junto a sus hijos Domingo y Magdalena, al "batle" Pere de Caldes para denunciar a Ramon Llull, su marido, el cual "se ha vuelto tan contemplativo que no se ocupa de la administración de sus bienes temporales y así se pierden y son destruidos". Ante esta situación, Blanca solicita que su pariente Pere Galcerà, ciudadano de Mallorca, sea nombrado procurador y gestor del patrimonio de Llull. Al "batle" le consta que Ramon Llull ha optado por la vida contemplativa. Esta última afirmación vendría a constatar la creencia -apuntalada por la tradición- de que la conversión de Ramon Llull fue harto conocida y comentada en Palma.