Un 14 de julio Biel Llabrés Carbonell y María Cirer Ferrer le daban un giro a su vida: abrían el bar Mavi en la calle 31 de Dessembre en 1955, a las afueras de la ciudad. Nacidos en Sencelles, dejaron el pueblo para prosperar en la capital. Antes hicieron equipo con "el amo" del llamado mercado de los hortelanos en el bar del Liceu. Servían naranjadas y gaseosas, ensaimadas y cafés. Tenían el viento a favor. Todo invitaba a ir más allá, y en solitario. Deciden abrir negocio propio, el bar Mavi.

Un 14 de julio, los Llabrés Cirer madrugan: a las cinco de la mañana levantan la cancela. Ahí sigue un local que debe su nombre a un negocio de bombas de agua de marca italiana que estaba justo enfrente del bar y al cerrar "mis abuelos le pusieron ese nombre; ¡vete a saber si aprovecharon el letrero de los italianos!", comenta Biel Llabrés. A su lado, su mujer Susana López, aunque ella prefiere mantenerse en un discreto segundo plano. Él se ha criado en el bar como quien dice.

"A mí siempre me gustó el ambiente, ver a los clientes habituales y lo que más me gusta es servir. Estudiar no era mi fuerte, así es que estar en el Mavi siempre fue lo que quise hacer". Me encantaba ver a los clientes cómo jugaban a parchís, a las cartas cuando volvía del cole..; me hacía feliz", señala el nieto de los fundadores. Tiene 42 años. Sus tres hermanas han preferido dedicarse a otros asuntos.

Cuando se abrió el Mavi, 31 de Dessembre era el extrarradio, la salida de Palma. Como muchas otras familias que regentaban locales, las familias compartían negocio y vivienda. Las relaciones de vecindad eran muy intensas. El padre de Biel Llabrés, Jordi, se casó con la hija del colmado cercano, María Mateu Guasch. "Se conocían desde pequeños", subraya con una sonrisa su hijo.

En aquellos años, buena parte de la clientela procedía de los talleres cercanos. El Mavi cerraba a las 3 de la mañana y volvía a abrir dos horas después. Estaban las cocheras de los autobuses. Sus chóferes eran asiduos. En 1960 con la apertura del polígono y el traslado a Son Castelló, los Llabrés Cirer vieron con preocupación cómo perdían buena parte de su clientela.

Llegó el momento de mover el compás: "Mi abuelo le dijo a mi abuela, ´vamos a hacer comida´, y así empezaron a servir menús en el un local del hotel Colón, que estaba al lado y que ellos alquilaron, hasta que se hizo reforma y ampliaron el Mavi", apunta Biel. El nieto entró en 1993 al acabar el servicio militar.

El Mavi es un bar en el que conviven todas las ideologías, no conoce partido político ni color de equipo de fútbol que, ya es difícil, porque cuando hay partido, el bar es una verbena. "Nosotros somos del partido del cliente. Por aquí nos han encargado cenas desde el PSM al PP, UM y vienen aficionados del Barça y del Madrid. "¡Son civilizados!". Susana ríe mirando a su marido. Les une el ´nocturno´, un bocadillo que es santo y seña de la casa: lomo, pollo o ternera con queso fundido y tomate y cebolla asados.

Entre los que han comido o tomado café en este rincón, el músico Joan Bibiloni, el exalcalde Ramon Aguiló, Carlos Moyá el tenista, Carod Rovira cuando el invitaron a una cena los de Esquerra... Las mañana son de veteranos del barrio que entre café y reventat ponen firmes al país.