Por sus instalaciones han pasado ilustres personajes como Antoni Maura, Gabriel Alomar i Villalonga, Francesc de Borja Moll y Joaquín Botía. El Institut Ramon Llull de Palma ha sido un referente de la educación pública durante décadas. Allí se formaron las élites intelectuales del siglo XX, porque durante años no hubo en la isla otro centro de Educación Secundaria.

El edificio de s´Institut -así se le conocía antiguamente- está a punto de cumplir cien años. Es una obra del arquitecto madrileño Tomás Gómez-Acebo. La construcción comenzó en 1912 y acabó en 1916. La infraestructura costó dos millones de pesetas de la época y también alojó la escuela de artes y oficios y la biblioteca provincial.

El paisaje urbano continuó mutando a su alrededor. Durante el primer curso escolar (1916-17) las avenidas eran una gran explanada con montículos de tierra, pero el instituto siempre se mantuvo como un lugar para el conocimiento.

Por aquel entonces la institución se llamaba Instituto General y Técnico, y tenía sus orígenes en el Instituto Balear, inaugurado en enero de 1836 y que tuvo su sede en el Estudi General Lul·lià. También fue un referente en la educación mixta, ya que las mujeres -aunque eran minoría- asistían a las clases.

El nombre actual del IES Ramon Llull data de la Guerra Civil, cuando fue nombrado director Bartomeu Bosch, encargado de la comisión de depuración de maestros republicanos. La situación convulsa de aquellos años también se plasma en la arquitectura del lugar. Bajo las aulas había un refugio antiaéreo, que luego fue condenado y tapiado.

Difusión histórica

Desde hoy y hasta el 2016, el centro educativo conmemorará el centenario de su edificio en la avenida de Portugal. El claustro actual del Ramon Llull está recopilando todos esos recuerdos en un proyecto que han llamado Creant Història. Han abierto una página web (www.rll100.org), un perfil de Facebook y otro de Twitter para difundir anécdotas y fotografías antiguas del lugar.

El director del instituto, Emili Gené, explica que el objetivo es "recuperar la memoria viva" del instituto. Para ello tendrán la colaboración de los antiguos alumnos y de los mil estudiantes que el centro tiene a día de hoy.

Los docentes también serán un activo importante. Biel Alomar, profesor de historia, se encarga de recopilar documentación de la institución, que dentro de un par de años se convertirá en un libro.