En Mallorca, quien más quien menos ha oído hablar de s´arxiduc, pues ha sido uno de los personajes más conocidos y admirados por la sociedad mallorquina del pasado siglo XX y del actual. Precisamente, estos días en Palma han tenido lugar los primeros actos conmemorativos del archiduque, preámbulo de la remembranza oficial que tendrá lugar el próximo año, en el centenario de su fallecimiento. Por ello, vale la pena recordar cómo este miembro de la realeza europea llegó a parar a Balears. Luis Salvador de Habsburgo-Lorena y Borbón, archiduque de Austria, nació en 1847, en el palacio Pitti de Florencia. Era el noveno hijo del gran duque de la Toscana, Leopoldo II. Ya desde su infancia quiso, siempre que pudo, escapar del convulso ambiente que rodeaba a la corte austrohúngara. Su refugio siempre fueron la naturaleza, el mar y sus viajes culturales. Por ello, con tan solo catorce años, junto a su tutor Eugenio Sforza, visitó Venecia. De este viaje apareció el libro Excursions artístiques dans la Venetie et le litoral, publicado en Praga.

En 1867 tuvo lugar un capítulo dramático en la biografía del joven aristócrata. Su prima y prometida, la archiduquesa Matilde, murió quemada durante una fiesta en el castillo de Weilburg. Esa pérdida marcó de por vida a Luis Salvador. Huyendo de este triste episodio inició un largo viaje, acompañado por Eugenio Sforza y un sirviente, que les llevó desde Francia a España, concretamente hasta Valencia. Allí se embarcaron en dirección a Eivissa. Según dejó escrito Pedro Bonet de los Herreros, "el archiduque no vino a Mallorca por puro recreo. Vino porque deseaba escribir un libro sobre algún punto del Mediterráneo y se decidió por Balears, precisamente por ser una de las regiones sobre las cuales menos se había publicado". El 11 de agosto de 1867 arribaron a la mayor de las Pitiüses. Una vez allí pudieron recorrer toda la isla. También visitaron Formentera. El archiduque quedó impresionado. Durante su estancia en Eivissa no paró de tomar notas, y ese trabajo pronto daría sus frutos publicándose, al cabo de unos años, su trabajo sobre las Pitiüses. Tras una semana de estancia se embarcaron en el Rey don Jaime II dirección a Mallorca. Durante el trayecto Luis Salvador conoció a un viajero, Francisco Manuel de los Herreros, catedrático de Psicología, Lógica y Ética del Instituto de Palma, con el cual entabló una larga conversación, base de lo que llegaría a ser una larga amistad. En ese primer viaje, el archiduque no desveló a nadie su identidad, es más, en su tarjeta de visita rezaba: "Ludwig, Graf Neudorf".

Al llegar a Palma se albergó, junto a su tutor y el sirviente, en la fonda Ca´s Francés, la única que ofrecía en la ciudad cierto confort. Este establecimiento estaba en la calle de Conquistador, frente al Círculo Mallorquín, el mismo que con el tiempo se convertiría en el Hotel de Mallorca; que según Gaspar Sabater, fue el primer hotel conocido de la isla. A la mañana del día siguiente, Francisco Manuel de los Herreros lo recibió en su casa y luego le enseñó lo más destacado de la ciudad, especialmente sus edificios más singulares. Como una esponja, el Archiduque anotó todo lo que vio, atendió con gran interés todo lo que se le explicaba, y durante varios días se encerró en la biblioteca provincial que se hallaba en el antiguo convento de Montesión, pues por aquel entonces los jesuitas estaban exclaustrados. Allí, gracias a la ayuda de su bibliotecario, el erudito Bartomeu Muntaner, pudo consultar numerosos libros „38.000 obras impresas y 400 incunables„ y documentos; provenían la mayoría de ellos de las estanterías de los conventos palmesanos desamortizados.

Durante los días posteriores también visitó otros lugares de la isla. Muchos días pudo pernoctar en diferentes possessions (predios), gracias a la hospitalidad que le fueron brindando los amos (los encargados de la explotación de la finca). Durante el viaje por la isla, el trayecto que más le impresionó fue el comprendido entre Valldemossa y Deià: "De Valldemossa seguí a Deià atravesando por vez primera los parajes que dominan el mar, donde está situado Miramar. La vista que mayor impresión me produjo fue la de son Marroig y la dibujé". A mediados del mes de octubre zarpó, a bordo del Mahonés, hacia Mahón. De esa visita a Menorca y su trabajo de campo, también surgió la obra Die Insel Menorca, la cual, más adelante „al igual que pasó con el trabajo de las Pitiüses„ vendría a formar parte de su magna obra: Die Balearen.

Esta primera, e intensa, toma de contacto con el archipiélago balear duró tres meses escasos, pero fueron suficientes para cautivar a aquel joven aristócrata europeo. Es cierto que hubo un intervalo de cuatro años entre la primera y segunda visita de Luis Salvador a Mallorca, pero al regresar lo hizo para echar raíces. Ese joven que regresó, ahora ya sí desvelando su auténtica identidad, fue el mismo que, con el paso de los años, sería considerado como un mallorquín más entre los lugareños. El mismo que con el tiempo se convertiría en s´arxiduc.

* Cronista oficial de Palma