Alceu Ribeiro fue un pintor de Uruguay que se pasó más de la mitad de la vida en Palma, donde murió el año pasado a los 93 años. Hasta el final tuvo porte de tuareg. Él abrió una escuela de pintura en un caserón de Palma en la calle Danús. Pasaron muchos aprendices de pintor, algunos seguirían y se consagrarían tras las enseñanzas del maestro deudor de Torres García. Uno de aquellos alumnos fue Javier Vellé. "Alceu me cogió de aprendiz al ser el único crío. Él me dio clases por primera vez. Le perdí la pista... Es curioso que al cabo de los años haya vuelto a este lugar", comenta.

Desde el último verano unos llamados comerciantes de nubes habitan este casal convertido en un taller de trabajo con las puertas abiertas. Son Vellé, Elisenda Farré, Manuel Sánchez Monzó y Saúl Herrero. Pintaron, alicataron, limpiaron y con material de segunda, tercera mano o nuevo pero económico y mucha maña, los "traficantes de nubes" -que del verso de Baudelaire les viene el nombre que hace décadas les puso Javier-, bajaron a tierra.

Quien entra en el caserón puede escuchar una cantata de Bach peldaño a peldaño. El portón está entornado. Una luz tenue aparece de una de las estancias en que Can Danús se ha dividido. La zona noble fue durante años la escuela de moda y diseño Blau. Isabel Castro y Manuel Calvo relevarían a Ribeiro cuando éste dejó el centro para abrir taller en el extrarradio de la ciudad. Nada hace sospechar en la tranquilidad de la mañana que ayer a la tarde iban a llegar los versos del poeta Pedro Andreu cantando, gritando, llorando, felicitándose de un nuevo libro, Alquiler a las afueras.

"Nuestra idea es programar actividades, presentaciones de libros, exposiciones, conciertos, durante seis meses al año, y el resto nos dedicamos a producir lo nuestro. Este verano vamos a abrir el espacio con talleres de residencia de artistas. Ya nos han llegado peticiones de Berlín, París y Holanda", señala Vellé.

Compartir un edificio, dividirlo en estancias, hacer de los dormitorios talleres, de las cocinas espacios de arte fue necesidad en el siglo pasado. En los 70 se hizo lo mismo en España pero con los 80 y los 90 llegaron los beneficios que propiciaron la individualización del espacio. Hoy los Comerciants de Núvols han hecho relectura: comparten lugares comunes pero el espacio de trabajo es de cada uno.

Can Danús se ha convertido en el cascabel de la ciudad. Su vecina, la plaza de Es Mercat se pone bulliciosa a la noche pero durante el día nada turba a los comerciantes. En la sala grande cuelgan los dibujos y pinturas de un torbellino llamado Pere Salvá. En otra sala contigua se venden libros de Casa Abierta. En abril llegará la música con un cuarteto de saxofón con Nadal Tortella, entre otros. Hay carrete para largo. Cuando llegue abril los comerciantes quieren traficar con letras y programan un encuentro en el que el mundo de la edición caerá de la nube.