­Imagine llegar al trabajo cada día con una sonrisa. Suena a utopía, ¿verdad? Una idea extendida entre las empresas jóvenes del universo tecnológico es que la productividad de los trabajadores baja cuanto más se les presiona. En cambio, crece si se les estimula e incentiva. Pixar, Facebook, Twitter, Skype o Google aplican estas técnicas en sus oficinas. El ejemplo del gran buscador de internet es uno de los más avanzados. En sus dependencias regalan la comida a los empleados, hay toboganes para comunicarse entre las plantas o les subvencionan los masajes para que alivien la tensión.

Una empresa del Parc Bit está copiando -a pequeña escala- esas teorías. Intentan fomentar el compañerismo y el rendimiento de sus empleados a base de juegos, fiestas o disfraces. Se trata de Habitissimo, cuya inspiración proviene de esos grandes proyectos estadounidenses. El director general de la compañía, Jordi Ber, explica que los socios se basaron en dos libros sobre motivación para idear su proyecto de incentivación. "Habíamos trabajado en otras empresas y no nos gustaba aquel ambiente laboral. Queríamos que la nuestra fuese mejor. Y nos regimos con esa máxima: hacemos lo que nos gustaría que nos hiciesen a nosotros", comenta el jefe.

Según sus cálculos, todos los elementos motivacionales "cuestan muy poco" y de ellos obtienen un gran beneficio. Por ejemplo, la arquitectura de la oficina la han modificado para que sea más sociable. De las muchas puertas de entrada y salida que tienen, solo hay una abierta y la van cambiando. Así los trabajadores están obligados a pasar por las mesas de los compañeros y charlar con ellos.

Las salas de reuniones están decoradas de forma temática, como si fueran las habitaciones de una casa. En la habitación del abuelo, hay una cabeza de ciervo -de peluche- colgada de la pared y un sillón retro. En la habitación de los juegos, tienen una videoconsola, bloques de construcción de colores y una diana de dardos.

Dentro de la oficina -que no es tan grande- se mueven con patinetes. "Los usa quien quiere, pero así es más divertido. Ahora vamos a pintar un carril bici en el pasillo para regular el tráfico de patinetes", bromea el director general.

Vestimenta ´casual´

La ropa informal es obligatoria. "El uniforme del jefe son una camiseta y unos vaqueros durante todo el año. La americana y la corbata sobran en agosto. Es de sentido común", apunta Ber, que reconoce que altos ejecutivos de otras empresas se sorprenden al saber que él es el máximo responsable pese a su juventud y vestimenta. Cuando hace calor, animan a que sus empleados vayan al trabajo en chanclas. Este invierno van a proponer a los trabajadores que utilicen las alpargatas domésticas.

Si tienen algún momento de estrés, lo apagan con una guerra de pistolas. Disponen de una mesa de pimpón en la que pueden jugar o celebrar reuniones de grupo. En carnaval o Halloween se disfrazan todos. "La gente se anima cuando ven que su jefe va de Quasimodo", dice Jordi Ber. Una vez al mes festejan los cumpleaños de los trabajadores con una comilona. Además, algunos días se van de fiesta todos juntos y celebran la Oktoberfest, un asado argentino o un día de playa: cualquier excusa es buena.

A las nuevas incorporaciones, les obligan a montarse la mesa y la silla de Ikea. "Aquí todo nos lo hacemos nosotros, y eso es una excusa para relacionarse con el resto de empleados, que siempre echan una mano al nuevo", apunta el jefe.

Lidia Nicolau se encarga del departamento de recursos humanos y ha sido de las últimas en llegar a Habitissimo. "Cuando me sacaron la caja de Ikea, me pensaba que era una broma", dice la joven, "pero la entrevista de trabajo también fue muy rara, porque estuvimos jugando con piezas de Lego". "Todo es muy atípico. Incluso tuve que hacer fotos para contárselo a mis amigos, porque no se lo creían. Aquí se trabaja muchísimo pero así es más agradable", agrega Nicolau.

Multiculturalidad

En las oficinas palmesanas de Habitissimo hay unos cincuenta trabajadores de siete países diferentes y todos participan de la diversión. La jefa de comunicación, Verónica Rosselló, es argentina. Ella cuenta que aprende portugués escuchando a los brasileños que se sientan detrás de ella. "El buen rollo es lo mejor del trabajo", señala. Ber afirma que intenta que la oficina "no sea gris y que las infraestructuras en el lugar de trabajo sean decentes". Por ejemplo, cada empleado dispone de dos monitores para trabajar, lo que aumenta la eficiencia mientras están con el ordenador.

¿Qué han conseguido con estas técnicas para mezclar ocio y trabajo? "Más productividad, clientes más contentos y, por tanto, mejor cuenta de resultados. También se reduce el absentismo laboral. Esto nos ayuda a retener a los trabajadores del conocimiento, porque suelen tener mucha movilidad. Aunque tengan buen sueldo, hay que añadirles un factor de motivación", asevera. Y parece que lo consiguen, porque hasta los trabajadores más nuevos están convencidos de esas técnicas innovadoras. "Los lunes llego con una sonrisa al trabajo y los viernes me da pena irme a casa", afirma Nicolau.