En la actualidad se posee un sistema universal de pesos y medidas. Pero conseguir esta unidad no fue tarea fácil, pues hasta no hace mucho tiempo, cada entidad territorial podía tener sus propios pesos y sistemas de medir. Tal era el caso del antiguo reino de Mallorca.

Tras las conquista de Madina Mayurqa, ya en marzo de 1230, Jaime I otorgó un privilegio para los futuros colonos de la isla: estos podrían establecer sus propias pesas y medidas, con las que podrían mercadear libremente. En 1247, el mismo monarca concedió el tener mercado de cereales. Fue entonces cuando se colocó la quartera o cortera -medida de capacidad para el grano, equivalente a unos setenta litros- para medir y regular las medidas del trigo y otros cereales. En privilegios sucesivos esas franquicias fueron ratificadas tanto, primero, por los reyes de Mallorca, como, posteriormente, por los de Aragón. La utilización de esos pesos y medidas se realizaban durante las transacciones comerciales y en los mercados que se instalaban en las diferentes plazas de la ciudad. El bullicio cotidiano de la ciudad transcurrió en esas pequeñas plazas y calles. Una parte del nomenclátor de la Palma histórica nos recuerda que todo este mundo existió un día: la plaza de la Quartera; calle de Quartereta; del Pes de la Farina, del Pes de la Palla, Banc de s´Oli, calle del Vi... son algunos ejemplos. Otros desaparecieron, como la plaza del Pes del Carbó, del Segell...

En esos pequeños ecosistemas que eran los antiguos mercados, en ocasiones, se trampeaba con los pesos y medidas para sacar más dinero al cliente. En este sentido, hace años pude escuchar a un payés las historias que recordaba, cuando, siendo todavía un niño, trasportaba cerdos desde el Prat de Sant Jordi hasta el puesto de venta de la Porta de Sant Antoni. El precio que se pagaba por los animales estaba directamente relacionado con su peso. Este todavía recordaba los consejos que le daba su padre para evitar ser engañado: "No dejes de mirar por un instante lo que hacen con la balanza", le advertía. Ahí, precisamente, entraba la picaresca, en trucar la balanza, en trucar los pesos y medidas.

Pues bien, ya en el lejano siglo XIII se estipularon una serie de medidas y sanciones para evitar el fraude. Por ejemplo, a los que vendían el pan, con un peso menor al reglamentado, se les castigaba con cinco sueldos de multa. Si el sancionado no pagaba, era colocado en plaza pública (en la picota) , un lugar de vergüenza, a la vista de todo el mundo. Las reclamaciones sobre pesas y medidas se hacían ante el Batle o el Veguer o el Mostasaf, y se trataban y resolvían ante los prohombres de la ciudad y en lugar público.

En 1302, el rey Jaime II regularizó el uso de la plazas públicas que pertenecían a la Universidad de la Ciudad y Reino, ordenando que sirviesen únicamente de mercados y otros servicios públicos. Jaime III, fue más allá, pues impuso, para mayor garantía, que las medidas que se realizaban en los pesos y mercados oficiales debían ir marcadas por un sello o marca oficial de los jurados del reino. Aquí tienen su origen medidas como las barcelles (algunas conservadas en el Ayuntamiento de Palma, aunque la más antigua se conserva en Sineu), almuts y mig almuts; quartins, mig quartins y botes; los palms, vares y unces mallorquinas... De esta manera se dispusieron unos oficiales que controlaban el peso y mesuras de los productos. Además, en las plazas no solo se pesaba o se vendía un solo producto, sino que se podían atender otros, incluso el mercado de esclavos. Por ejemplo, en la plaza del Pes de la Farina, también se vendían esclavos norteafricanos.

A partir del siglo XVI el sistema de medidas y pesos empezó a presentar algún que otro problema originado básicamente por la introducción de nuevos pesos y medidas propuestas, tanto por parte del mercado internacional, como por algunos oficiales reales. Ante esta posibilidad de cambiar el sistema tradicional la Universidad se mostró siempre hostil. En cambio, sí se preocupó de afinar las medidas y pesos. Por ello en 1669, se encargó al jesuita P. José Zaragoza y al ingeniero Vicenç Mut que hiciesen las pertinentes observaciones para que el sistema de medición fuese más justo. También se dispuso que los oficiales de los pesos y medidas obtuviesen los debidos patrones de medidas, los cuales estaban depositados en la Sala de Cort (pesos, barcelles, almuts...). Allí podrían acercarse siempre para comprobar las demás pesas y medidas usadas en las plazas y mercados. En esa misma línea de resolver los problemas de los pesos y medidas, en 1678, los jurados de la Universidad publicaron unos capítulos en los que se recogían todas las franquicias, privilegios, ordenanzas, usos y costumbres por las que se regía el antiguo Mostasaf.

Con los nuevos aires del siglo XVIII, hubo algún intento de unificar los pesos y medidas en toda España, tomando como modelo el sistema de Castilla. Y, como era tradicional, las autoridades de la isla se opusieron contundentemente. En 1734, publicaron bajo el título de "Incombenientes y daños a que quedaría expuesta la Isla y sus naturales con la execución y práctica de otras varias medidas y pezos y las consequencias que de ello podrían llamar", una memoria en la que se justificaba su oposición al intento de unificar los pesos y medidas.

Pero este problema, no era solo un problema español, sino que alcanzaba todo el mercado internacional. Según cuenta Francisco Sevillano Colom, "en 1736, los ingenieros franceses La Condamine, Godin y Bonguer, junto a los españoles Jorge Juan y Antonio Ulloa, efectuaron medidas en Francia y en el Perú y determinaron una cierta medida equivalente a la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre y la llamaron metro. De él se derivan los múltiplos y submúltiplos y todo el sistema métrico decimal". En Francia, en el año 1799, se construyó un prototipo de metro patrón en platino y se promulgó la ley que adoptaba el sistema métrico decimal. En España, Gabriel Ciscar y Agustín Pedrayes fueron los encargados de realizar el mismo cálculo y el mismo patrón de platino. En 1849, la reina Isabel II promulgaba en San Ildefonso, el sistema métrico decimal. A partir del 1 de enero de 1852 fue obligatorio el uso de este sistema en toda España.