­Las plegarias a Sant Rescat (el santo inventado por la asociación vecinal Canamunt-Ciutat Antigua) tuvieron éxito. El mal tiempo rehuyó la plaza de Quadrado, donde ayer se celebró por primera vez un exitoso mercadillo de segunda mano y trueque organizado por los propios vecinos.

Los productos más buscados fueron un perfecto resumen del espíritu de Canamunt: tradición y renovación. Las antiguallas reunieron a muchos curiosos, pero también los objetos de diseño. En una parada había muebles de anticuario y en la de al lado se veían cactus de cerámica, tablas de cortar vintage, o pastel vegano de chocolate y cerveza negra.

En el puesto de la asociación vecinal estaba Vivian Caoba friendo buñuelos. Y junto a ella la dj residente Rosemary, que así pinchaba unos temazos como salteaba un wok de pasta con verduras. La música grabada se alternó con la actuación en directo de Els Emmentals, con un jazz suave que animó la hora de la comida.

La parada del trueque tuvo menos adeptos. "La mayoría de gente no lo sabía y han salido de casa sin nada para intercambiar", explicaba la exregidora de Cort y voluntaria del mercadillo, Marisol Fernández.

Pese a ser noviembre, el Mercat de Sant Rescat desprendió la calidez de los mercados de antaño. El diseñador Miquel Ferrer, en calidad de portavoz de los vecinos canamunters, estaba contento con el resultado de la convocatoria por el ambiente de barrio que crearon: "Mucha gente de la zona ha salido de su casa. Y todos están hablando, relacionándose y conociendo a sus vecinos. Eso es lo más importante, porque da vida al barrio".