En el solar que hoy ocupa el Mercado del Olivar estuvo, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, un convento fundado por las monjas clarisas. Recordemos que, ya en 1256, esta orden de monjas franciscanas había fundado un monasterio en Palma, concretamente en el barrio de la Calatrava, al que bautizaron con el nombre de su fundadora, Santa Clara (1194-€1253, y canonizada en 1255).

Ahora bien, hacia 1491, un grupo de monjas clarisas ´urbanistas´, procedentes de la Península, quisieron fundar un monasterio en lo alto del puig de Santa Magdalena, en Inca, donde se encontraba un pequeño oratorio dedicado a la santa. Estas franciscanas seguían las normas aprobadas por el papa Urbano IV en 1263, la cuales mitigaban las exigencias de la primitiva regla de la época de su fundadora Santa Clara.

A la vista de los hechos, esa nueva regla no debió relajar mucho las condiciones de vida de aquellas monjas, pues pasaron muchas privaciones, hasta el punto que algunas murieron de hambre. No tardaron en darse cuenta que allí la comunidad no podía continuar. Por ello solicitaron otro lugar menos árido. Gracias a la intercesión del los jurados del Reino, el virrey y el rector de Esporlas, las monjas consiguieron dos ´quarterades´ del olivar de Son Maixella, en donde había un pequeño oratorio del siglo XIII el cual estaba bajo la advocación de Santa María del Olivar. Los terrenos de ese bello paraje y la iglesita „s'Esgleieta, topónimo que aún perdura„ fueron donados a las clarisas por los piadosos propietarios de dicha possessió. Alrededor de la vieja capilla se empezó a construir un sencillo y austero cenobio, cuyas obras finalizaron en 1530. Fue entonces cuando las monjas abandonaron el puig de Santa Magdalena para trasladarse al olivar de Son Maixella. Desde aquel momento siempre serían conocidas como las ´monjas del Olivar´.

Ahora bien, a los pocos años de haber conseguido este lugar tan propicio para llevar a cabo sus deseadas vidas contemplativas, el desasosiego de nuevo se cernió sobre aquella humilde comunidad de monjas. Resulta que tras el Concilio de Trento se prohibieron los monasterios de mujeres lejos de núcleos de población, por lo que las clarisas del Olivar no tuvieron otro remedio que trasladarse a Palma. Ello sucedió el día de San Bartolomé de 1549. Así se lee en el Cronicón Mayoricense: "Las religiosas del Olivar, cuyo monasterio se hallaba situado en la Esglayeta, en medio de un olivar del término de Esporlas, camino de Valldemossa, se trasladaron este año [24 de agosto de 1549] al interior de la ciudad, parroquia de San Miguel junto al Hospital de San Antonio Abad".

Al llegar a Palma, la comunidad fue acogida en una casa particular, de Pere de Pacs. Tal como apuntó el historiador mosén Bartomeu Guasp, las monjas vivieron en casa del patricio palmesano mientras se realizaban las primeras obras del convento, tras haberse adquirido un primer inmueble, concretamente la casa y huerto del alfarero Bernat Lloret, el cual se localizaba tras el Hospital de San Antonio de Viana (o Abad). A partir de ese primer inmueble las monjas fueron adquiriendo nuevas propiedades. Curiosamente fueron el rector de Esporlas, mosén Joan Serralta y la abadesa del convento de Santa Clara, sor Aina Serralta, los que financiaron la construcción del nuevo edificio y templo. Al menos al principio, pues las obras no acabaron hasta más de cien años después, en 1662. El convento se dedicó a Nuestra Señora de la Concepción, pero éste conservó el antiguo topónimo del Olivar y las monjas siguieron siendo conocidas de igual manera.

Este amplio espacio de tiempo en acabar la iglesia y el resto de dependencias demuestra lo mucho que debió costar financiar el proyecto. Las monjas vivieron grandes privaciones y penurias. Prueba de ello es la carta que la comunidad franciscana envió a los jurados de la Ciudad y Reino en 1574, en la que solicitaban ayuda para poder subsistir: "Entre tots los monestirs pobres desta Ciutat y república de Mallorques, lo mes pobre es el de les monjes de Nra. Sra. De la Concepció, dites del Olivar, axí per falta dels manteniments ordinaris pera lur vida, com encara per no tenir habitació ni reparo, que del modo que avuy stan, no es loch apte ni condecent a persones talment que pateixen mes que ningú dels hospitals [€] suppliquen que com a naturals desta república les favoresquen com á filles les amparen, e com á necessitades les subvenguen de la charitat...".

Como se ha dicho, a mediados del siglo XVII el convento ya estaba finalizado. De esta manera, la comunidad de las clarisas del Olivar vivió en él hasta el año 1837. Debido a las leyes desamortizadoras que prohibían que en una ciudad hubiese más de un convento de la misma orden, el 21 de abril de ese año, a las cinco de la mañana, treinta y cuatro monjas del Olivar fueron obligadas a trasladarse al convento ´madre´ de Santa Clara, en el barrio de la Calatrava.

A partir de ese día, el convento fue profanado y más tarde convertido en prisión. El edificio se fue degradando y no tardó en amenazar ruina, motivo por el cual dejó de utilizarse como prisión en 1885. Ese mismo año, la Sociedad Arqueológica Luliana y el obispado pidieron al Ayuntamiento de Palma que se devolviese el culto a la iglesia del Olivar. La contestación no sólo fue negativa sino que desde la corporación local se decidió derribar todo el convento para obtener una gran plaza. La SAL puso el grito en el cielo, denunciando las intenciones del Ayuntamiento y escribió una carta al alcalde: "Excmo. Sr., La Junta de Gobierno de esta Sociedad Arqueológica Luliana, condolida al ver como de nuestra ciudad han ido desapareciendo uno tras otro, casi todos los edificios religiosos, fuera de servicio, que la decoraban y embellecían [€] al saber ahora por los periódicos locales, la amenaza de muerte próxima que pende sobre el único que nos resta ya de tales monumentos, ha creido que era deber suyo el recurrir a V. E. y suplicar respetuosamente á ese Excmo. Ayuntamiento que venga sobre su acuerdo de derribo, y procure por todas las vías posibles la conservación del edificio á que nos referimos, que no es otro que la iglesia ú oratorio del ex-convento del Olivar..." De nada sirvieron las súplicas y razonamientos de los socios de la SAL. Iglesia y convento fueron derruidos, quedando en su lugar una gran explanada que fue urbanizada muchos años después, en 1947, construyendo el actual mercado del Olivar.