A un mes de cumplir sus cuarenta años al frente de Impresrapit, Josep Milián vive la jubilación sin perder una coma del negocio que ahora llevan sus hijos, Chema y Tonio. Nacido en Barcelona, el empresario tiene mucha tinta aunque desde hace unos años largos el mundo digital le ha sacudido. Otros tiempos. De aquel primer local en Reina María Cristina al de Barón de Santa María del Sepulcro y su extensión en el Polígono de Son Castelló. A la crisis, le echa un capote torero: "Soy de los que creen que cuando hay crisis, hay que invertir más".

Él se forjó en el oficio echándole horas. Empezó en la copisteria Bramona en el Pasaje Lluís Pellicer en Barcelona. Un año antes de que él se instalase en Palma, donde vino tras Mercedes Fuster, una farmaceútica mallorquina con la que acabaría casándose, y que conoció en Barcelona, ocurrió algo que fue definitivo en su trampolín en el negocio de las fotocopias en Palma.

"Un americano llegó a Barcelona y trajo el offset rápido. Fue la gran revolución, era tinta, unicolor y con gran calidad. Yo compré la versión más pequeña, parecida a los ciclostil; después compraría la grande. Así empecé", cuenta. Con los años, se haría con el negocio de copistería de planos de Jaime Coli y Benjamín Aige.

Media Palma ha estudiado con los apuntes fotocopiados en Impresrapit, sin mencionar los planos de centenares de proyectos de los muchos arquitectos que han pasado por Barón de Santa María del Sepulcro.

Josep Milián ha ido creciendo. Ha formado una gran familia, con 42 empleados, entre los que se encuentran sus dos hijos, Chema y Tonio; éste último farmaceútico como la madre aunque ejerce poco. "No me gustaba el día a día de la farmacia; me gustó estudiarla, no estar vendiendo productos al turismo; la farmacia está en Magaluf y el tipo de cliente es muy determinado...", admite Tonio.

Aparte de los apuntes de exámenes, en Impresrapit impera la confidencialidad. Por sus manos han pasado documentos de alto voltaje como los producidos por juzgados de instrucción que llevan entre manos casos muy sonados, de los que los Milián guardan absoluta prudencia. "Tenemos un departamento aislado y solo dedicado a este tipo de trabajos. En él trabaja alguien de mucha confianza y siempre algún integrante de la familia", señalan el padre y el menor de los hijos.

Con la entrada del mundo digital, Impresrapit se ha diversificado. En Son Castelló está la máquina pesada del negocio de la impresión. "Ahora somos más imprenta que copistería", señalan los Milián.

Los Gutenberg del XXI editan digital desde un ejemplar al número que pida el cliente. Impresión a la carta. No creen que el "papel vaya a desaparecer". De tintas y de celulosa saben un rato. ¿Quién podría discutirles?