En las actividades artísticas de la isla, a mediados del siglo XVIII, mientras se seguían produciendo obras del barroco tardío „con algunos elementos formales del repertorio rococó„, se empezó a manifestar algún cambio en la producción y el discurso artístico. Estos cambios con propósitos rupturistas con el pasado, estaban imbuidos por las ideas de la Ilustración que se iban introduciendo en los ambientes de la intelectualidad, de la política y también en los círculos artísticos de Palma. El historiador de arte, Marià Carbonell, apunta a la figura del cronista Bonaventura Serra Ferragut (1728-1784) como el catalizador de este proceso. Como ya se ha apuntado en otras ocasiones, Serra es uno de los representantes más destacados de la Ilustración en Mallorca. Enciclopedista, traductor de Leonardo, admirador de la obra del pintor Guillem Mesquida „de quien era amigo„. En sus tertulias celebradas en los estudis de su casa de la calle Portella, reunió durante años a la flor y nata de la intelectualidad que habitaba en la capital balear. Algunas lecturas de Serra ayudan a entender el posicionamiento artístico de los ilustrados mallorquines: la obra de L. Muratori, Riflessioni sopra il Buon Gusto nelle sicenze e nelle arti; o las Reflessioni sopra il buon gusto, de L. Pricanio. Se trataba de volver al "buen gusto", entendido como la vuelta al orden del modelo clásico, es decir, retomar el orden y control de los abusos del barroco, "sin método, sin orden, sin arreglo".

En este ambiente, y por iniciativa de la Sociedad Económica Mallorquina de Amigos del País (SEMAP), en 1778 se fundó la Academia de Nobles Artes. Esta academia, inspirada en el ideario ilustrado: "dar luces a la Patria y llenos de celo por el bien público", pretendía emular, a nivel insular, a la Real Academia de San Fernando, de Madrid. Su sede se instaló en el Ayuntamiento de Palma. Ese mismo año, en el sí de la Academia, se creó la Escuela de Dibujo, la cual fue dirigida por Juan Muntaner Cladera, el cual ocupó el cargo hasta su muerte, en 1802. Éste era hijo de Juan Muntaner Upé, que fue el primer académico mallorquín de la Real Academia de San Fernando, y patriarca de una larga estirpe de pintores y grabadores que se acabó con la generación de los hermanos Bartolomé y Francisco Maura Muntaner „hermanos del que fuera presidente del Gobierno, y presidente de la Real Academia de la Lengua„. Juan Muntaner, de claros ideales ilustrados, se negó a cobrar un sueldo por dirigir la escuela, pues su aportación "sólo tiene como intención la prosperidad mallorquina y para que se conozca el buen gusto... que autorizaron en la Antigüedad los célebres artistas". Otro pintor de esa época fue Salvador Sancho, el cual estaba vinculado con la Academia, pues solía formar parte del jurado que otorgaba los premios de dibujo.

Los alumnos que empezaron a asistir a la Escuela de Dibujo procedían en su mayor parte de las clases altas y medias, aunque con el tiempo y gracias a los esfuerzos de los socios de la SEMAP y otros mecenas, progresivamente se pudieron integrar alumnos procedentes de la menestralía y del sector artesano.

En 1779 se creó otra sección de la Academia de Nobles Artes: la Escuela de Matemáticas. Fueron nombrados directores el franciscano capuchino Fr. Miguel [Ribot] de Petra y el erudito Antonio Desbrull. El primero dedicó su vida académica al estudio de la filosofía, de las matemáticas, a la teología moral y dogmática, y también a las bellas artes, llegando a ejercer trabajos de arquitectura y de cartografía. A causa de su nombramiento como director de la Escuela de Matemáticas, fray Miguel escribió un manual para sus alumnos: "Elementos de matemáticas que para instrucción de la juventud balear leía por encargo de la Real Sociedad Económica de amigos del País en 1779".

Los escritos y obras del franciscano, dejan claro su buena sintonía con los objetivos de la Academia y por tanto con los ideales de la Ilustración. Por ejemplo, en el campo de la arquitectura, fray Miguel de Petra fue un enamorado del arte clásico. Para él, el arte de Grecia y Roma representaban la perfección y la belleza que fluyen del creador. Por el contrario, y a pesar de ser la arquitectura tradicional en Mallorca, abominaba del arte medieval al que consideraba una manifestación "ignorante y fruto del mal gusto".

De esta manera funcionó la Academia de Nobles Artes hasta el año 1796, momento en el cual se empezó a ampliar el número de escuelas. Primero se creó la de Escultura, la cual se puso bajo la dirección de Francisco Thomàs, y un año más tarde se inauguró la de arquitectura, cuyo director fue Guillermo Torres. Con la creación de estas nuevas escuelas si dio un buen impulso a la Academia. Aunque la financiación seguía viniendo de la SEMAP, a partir de 1799 se consiguió obtener una pensión real. En 1801, la Academia de Nobles Artes fue trasladada a la universidad que ocupaba las instalaciones jesuíticas del colegio de Montesión. Este hecho permitió la institucionalización de los estudios artísticos y la difusión del espíritu clasicista. La Academia como tal, desapareció en 1808.