Sara González recibe la visita de diez mil personas. A diario. Es una generosa embajadora. Su portal es amplio. Son los milagros de la red, del mundo virtual solo que esta mujer de Alicante se ha hecho real. Su blog Las recetas de Sara fue pionero en el mundo de la comunicación gastronómica. Seis meses atrás decidió hacerse visible. El letrero del local mantiene el nombre: realidad y virtualidad se alimenta. En Jaume Balmes se abre el apetito con Las recetas de Sara.

"Hace tres años me quedé sin empleo. Trabajaba en gerencia de clínicas dentales, pero ya tenía un nombre en el blog. A partir de ahí nace un lugar de encuentro que es la prolongación de mi casa", señala Sara, una persona que jamás había trabajado en el mundo de la restauración.

Es un lugar cajón de sastre. A medias entre tienda de mobiliario de cocina y menaje de alta gama, Sara se multiplica. Hay distintas estancias donde se sirven desayunos, comidas y cenas además de impartir clases, celebrarse catas de productos con cenas. Si algún comensal está interesado en menaje o algún mueble, también se le atiende.

"No hay carta. Yo hago la propuesta y solo sabe el menú el que lo ha encargado. A veces, puede haber sorpresas, como incluir en la cena un pequeño concierto con violinista o que algún comensal acabe en la cocina conmigo preparando el postre", cuenta Sara González.

Apoyada por su marido, Germñán Sánchez, un militar "en transitoria", y su hija, a punto de concluir sus estudios de Trabajadora social, y su hijo, un consultor en Ciencias Políticas que trabaja en Bruselas, Sara cuida al detalle este lugar y lo que en él se cuece.

"La cocina me ha gustado desde siempre. Y la aprendí de mi madre", apunta. En su amplio local ella es puntillosa al máximo. "Me gusta dar un trato familiar, cercano. Y mi máxima es que el producto sea de máxima calidad; por eso, no utilizo nada congelado".

Entre las suculencias que se ofrecen en el mostrador y que abre el apetito nada más verlo están los distintos tipos de pan, de tomate, de queso, hechos con harinas molidas en un molino a la piedra en Málaga; o los cruasanes y las cocas de trampó, que esas sí salen de las manos de su marido.

Sara no se olvida ni de los jubilados ni de los necesitados. A los primeros les ofrece todos los productos a 0,85 céntimos, y al acabar la jornada, si queda comida que no ha vendido, la regala a quien se la pide. "A los jubilados los tienen muy abandonados, y yo creo que tienen derecho a seguir saliendo pero claro con esas pensiones, no hay quien pueda. Por eso les pongo un precio económico a las cosas", cuenta la cocinera.

Con más de 1.600 recetas, Sara es buscada en la red. Ahora también en la vida real. El boca a boca funciona. La buscan desde Barcelona. Van a por sus cocas y sus cruasanes. En comida, los arroces porque de casta le viene. "Los melosos de mi tierra, Alicante, me los piden mucho", cuenta. Se puede comer o cenar por 40 euros. Vinos de autor, aparte.