Hablar del caballero Nunó Sanç es hablar de la Conquista de Mallorca y de la creación del reino insular. Su nombre y posesiones (el condado del Rosselló, la Cerdanya y sus dominios insulares) han pasado a formar parte de la historia del antiguo Reino y su posterior configuración como Corona. Repasemos los hechos.

El condado del Rosselló hunde sus raíces en la ciudad ibero-romana de Ruscino a partir de la cual se configuró un antiguo condado visigodo y el obispado de Elna creado, este último, en el 571 por el rey Liuva I. Después de un breve período de dominación musulmana, Pipín el Breve lo conquistó, restableciendo así el condado con su capital en Ruscino y su diócesis en Elna. Hacia el 927, sus condes se establecieron en Castellrosselló (Castellum Rossilio). Este topónimo rebautizó el condado con el nombre de Rosselló. Durante los siglos IX y X, este título y jurisdicción estuvo relacionado con los de los condes de Ampurias, de Tolosa y de Barcelona. Tras la muerte de Gausfred I, conde de Ampurias-Peralada y Rosselló, a finales del siglo X, sus dominios se dividieron entre sus dos hijos: Hug I, heredó el condado de Ampurias, mientras que Guislabert I heredó el condado del Rosselló. Fue este último que trasladó su residencia de Castellrosselló a Perpinyà (situada más al interior del rio Tec), al mismo tiempo que inauguraba una genealogía propia de los condes del Rosselló. Ello conllevó más de un rifirrafe con los condes de Ampurias, sus parientes, que durante generaciones quisieron reintegrar el Rosselló a sus dominios. Estas tensiones quizás expliquen el testamento de Girard II, conde del Rosselló, que al morir sin sucesión (1172) dejó sus posesiones, no a sus primos los condes de Ampurias, sino a los condes de Barcelona, que en esa época ya eran también, reyes de Aragón. De esta manera, el rey de Aragón, Alfonso el Casto, que ya era señor de Conflent, del alto Rosselló, de gran parte del Vallespir y de la Cerdanya, reunificaba los territorios del norte en el condado del Rosselló y consolidaba la unificación de los condados catalanes, los cuales se habían ido incorporando a la corona: los casos de los condados de Besalú (1111) o la Cerdanya (1117), son un ejemplo.

Pedro el Católico, hijo de Alfonso el Casto y padre de Jaime I, impulsó las instituciones municipales en Perpinyà y otorgó privilegios y franquicias para impulsar el comercio. Ahora bien, la difícil situación ocasionada por la cruzada contra los cátaros en el Languedoc debió provocar, por prudencia, que el rey Pedro diese en feudo el condado del Rosselló a su tío Sanç (? 1223). Éste era el tercer hijo de Ramon Berenguer IV y por tanto hermano de Alfonso el Casto; y poseía el título de conde de la Provenza al que ahora añadía el de Sanç I del Rosselló-Cerdanya (1190). De esta manera el condado volvió a estar unificado, pues el rey se lo otorgó con los territorios del Vallespir, el Conflent y las tierras del alto Rosselló. En 1212 „sin saber muy bien porqué ni a iniciativa de quien, si de su padre o del rey„, el condado fue traspasado a su hijo Nunó Sanç, nuestro protagonista, que en un principio utilizó el título de señor del Rosselló (Nuno Sancii, Dei gratia dominus Rossilionis, Vallis Asperii, Confluentis et Ceritanie).

Nunó Sanç (Nunó I de Rosselló-Cerdanya) nació hacia el año 1190. Era hijo del ya citado Sanç I y Sancha Núñez de Lara, y por tanto tío de Jaime I. El nombre de Nunó le venía por su abuelo materno Nuño de Lara, perteneciente a la Casa de los Lara, descendientes de los condes soberanos de Castilla. Tal como recuerdan G. Rosselló y A. Mut, éste es el motivo por el cual encontramos escrito su nombre de varias formas, tanto en catalán como en castellano: Nono, Nuno, Nunó, Nunyo, Nuño, Sanç, Sans, Sanz, Sanxez, Sánchez, Sancho. Jaime I en su crónica del Llibre del fets le denomina Nuno Sanxes. En la actualidad se ha convenido en utilizar la forma catalana Nunó Sanç.

Por otro lado, para el conde del Rosselló la importancia del linaje materno queda patente en su escudo de armas. En primer lugar colocó las armas paternas, es decir, las "barras" del Casal de Barcelona (pues pertenecía, como se ha visto, a la estirpe de los condes de Barcelona), pero como no podía usar el mismo escudo que el rey de Aragón, lo tuvo que personalizar y para ello tuvo que añadir una diferenciación (que en lenguaje heráldico se denomina ´brisura´). Para conseguirlo, a las "barras" rojas y doradas de los condes de Barcelona, añadió unos calderos, los cuales se identifican inequívocamente con las piezas heráldicas de la Casa de Lara. Las armas de Nunó Sanç, junto con la "senyera" real, es de los pocos escudos del medievo que han pervivido en la memoria heráldica colectiva de Mallorca. A lo largo de los siglos, su escudo aparece representado en no pocas pinturas de temática histórica, especialmente las alusivas a la conquista de Madina Mayurqa.

Nunó Sanç aparece documentado por primera vez en 1211, cuando firmó como testigo en la Carta de Franquesa de Balaguer. Como se ha visto, al año siguiente le fue concedido el condado del Rosselló y la Cerdanya y ese mismo año fue ordenado caballero, poco antes de la batalla de Úbeda. En 1213 se dirigió a la guerra del Languedoc, aunque cuando llegó ya habían tenido lugar los fatídicos hechos de la batalla de Muret, en que el rey Pedro el Católico perdió la vida ante las tropas francesas capitaneadas por Simón de Montfort. A pesar de esta terrible derrota, Nunó permaneció en tierras occitanas luchando contra los franceses en la región de Narbona. En 1215, se alió con su padre, Sanç; con el vizconde de Bearn, Guillem Ramon I (de la casa de los Montcada); el hijo de éste, Guillem (que moriría en 1229, en la campaña de la conquista de Mallorca, ya como vizconde de Bearn); y con el señor de Juneda, Guillem de Cervera para seguir combatiendo a las huestes de Simón de Montfort. Ese mismo año, y como una estrategia más de la política catalana en Languedoc, se casó con la dama Peronella, condesa de Bigorra, a quien Monfort quería casar con su hijo Guiu. Pero el Papa anuló el matrimonio. A pesar de ello, Nunó no desistió en su empeño, pues en 1218 se encontraba defendiendo junto al vizconde de Bearn el castillo de Lorda, en Bigorra. Todos esos esfuerzos mantenidos entre 1213 y 1218, al final no dieron los frutos deseados. La Casa de Barcelona no tardaría muchos años más en renunciar a sus pretensiones sobre la Occitania.

Por otro lado, había que atender las tensiones internas de la corona, a la que Nunó no fue ajeno. El conde del Rosselló casi siempre estuvo al lado del rey, aunque hubo momentos en que las luchas entre las diferentes Casas nobiliarias catalanas lo alejaron del monarca. En 1221 se le documenta en la boda de Jaime I con su primera esposa, Leonor de Castilla. En 1223, Nunó, con el apoyo decidido del rey, se enfrentó a la Casa de los Montcada, pero, en 1225, un giro inesperado en las intrincadas alianzas nobiliarias provocó que el conde del Rosselló se alinease en el bando de los Montcada, quedando así, distanciado del monarca, el cual, además, quedaba en una situación complicada. De todas formas no tardaron mucho en reconciliarse, pues un año después se encuentran juntos en el acto de conciliación entre las facciones de los Montcadas y los Cardona. En 1228, ya como hombre de confianza del joven monarca, asistió a la famosa cena de Tarragona, dónde se preparó la conquista de Mallorca. (continuará)