Esta ciudad también camina a palos. Incluso desde el Ayuntamiento se apoya que así lo hagamos. Vayamos por partes. El lenguaje no debe confundirnos. Cuando Marko Kantaneva, un estudiante finés de Ciencias del Deporte, creó unos bastones con los que caminar sobre el asfalto como quien practica el esquí de fondo acabó convirtiendo una manera ancestral de ir por la vida, apoyarse sobre un bastón, en modalidad deportiva. Hoy, fuera del ámbito se ha hecho moda.

De ese gesto de pastor de campo que agarra el cayado para ir apartando los hierbajos, incluso para batirse contra los bichejos que salen al camino, a estos andares llegados del frío de Finlandia, media un abismo, na manera bien distinta de relacionarnos con los elementos. La salud amplifica su campo.

La llamada Marcha Nórdida que es evolución del esquí de fondo desde los años 30 al evolucionado con palos de carbono y fibra de vidrio o aluminio que comercializó el fabricante nórdico Exel. Tuvo mucho que ver los estudios de Marko Kantaneva, el creador de este Nordic Walking que ha modificado el paisaje urbano de las ciudades mediterráneas a marchas forzadas.

Tanto es así que Palma vive, auspiciada por el apoyo de Cort, distintas marchas que reúnen a miles de aficionados a los "palitos". Sin ir más lejos, la que promueve la concienciación contra la violencia de género.

Lejos de las marchas en grupo, de las prácticas deportivas que reúne a distintas personas en la falda del castell de Bellver, entre otros lugares, hay quien regresa al humilde madero para apoyarse.

La otra mañana, una mujer avanzaba por el paseo del Molinar agarrada a dos humildes palos, parecían dos ramas de árbol peladas para poder utilizarlas como asideros, bastones. El andar era muy lento pero la señora tenía una paciencia infinita, la que solo las personas sabias tienen porque saben de una manera natural, casi instintiva, que la relación con el tiempo siempre conduce al mismo lugar. Y siempre siempre somos huéspedes de su tic tac. Jamás dueños.

Palma fue ciudad lenta. Ya no. A veces, lo es. La zona de Ciudad Jardín y el Portitxol es un velódromo al aire libre, hay que estar atentos a que no te apisonen las ruedas de cualquier vehículo, o las zancadas. Patinadores, ciclistas, corredores de fondo incluso, acaban con el humilde paseante.

La cautela de la señora de los bastones caseros la mantuvo en el vértice del saliente del paseo. Daba un paso, se paraba y miuraba a su alrededor. Le costaba. Su andar molido la mostraba con un dolor que ella llevaba dignamente. Pensé que el ingenio de apoyarse en esos palos de andar por casa ponían, en cierto modo, las cosas en su sitio. La humildad de saber que somos seres de paso y que lo memjor para darlo es no olvidar esa dignidad, la del avance lento de una señora en la vereda del paseo. Una mañana.