"El ayuntamiento me ha echado de mi casa". Así comienza el relato del pastor de cabras Juan José Arias. Él tenía un terreno fértil detrás de Mercapalma en el que vivía tranquilamente hasta que el gran mercado mayorista llamó a sus puertas. Querían sus tierras. La segunda ampliación del punto de distribución de alimentos se realizará en su parcela y en las de sus vecinos.

El proceso de expropiación comenzó en febrero de 2007, con Javier Rodrigo de Santos al frente del área de Urbanismo del consistorio. Pero la orden para abandonar su casa no llegó hasta julio de 2012, cuando Arias tuvo que dejar los casi 10.000 metros cuadrados de pastos para sus animales.

Durante cinco años, los responsables de Cort y de Mercapalma negociaron con él por activa y por pasiva para quitarle los terrenos. Él pidió un lugar alternativo en el que vivir y unas tierras para dar de comer a los más de 100 animales que cuida, como la cabra Urdangarin, que "se llama así porque se porta muy mal". "Me llevaron a fincas llenas de jeringuillas, a pedregales, a otras con cieno, algunas tenían la casa destrozada y ni querían acondicionarla", protesta el ganadero.

Tras varias reuniones y juicios, Mercapalma aceptó pagarle 235.000 euros y darle una vivienda "más pequeña que la que tenía antes" y unas tierras "algo pedregosas" para los animales. Arias firmó el pacto, pero ahora asegura sentirse "estafado". El pastor urbano dice que a las fincas vecinas les pagaron tres veces más por metro cuadrado, algo de lo que no era consciente cuando aceptó el trato con Cort y Mercapalma.

Afirma que tiene serios problemas para leer y escribir, además de una severa discapacidad que se ha agravado durante el proceso de la expropiación. "Esta gente ha destrozado mi vida y me ha dejado enfermo. Han ido a robarme. No me han querido pagar ni la mitad de lo que vale lo mío", relata. Además de la minusvalía, tiene certificados médicos mediante los que acredita una depresión.

"¿Esta gente de qué va? Yo solo quiero ganarme la vida honradamente y no tener que vivir en condiciones infrahumanas. Yo soy un cabrero, no un chalado", arguye Arias. Su nueva casa está a 500 metros de una pista del aeropuerto de Son Sant Joan. Explica que tiene problemas con los vecinos del poblado de Son Banya, porque la finca que le dieron "está sin vallar" y a veces van "jóvenes sin bicicleta para robar animales".

Tras tantos actos que él considera agravios, anuncia que piensa pedir "daños y perjuicios" contra los responsables municipales. "Solo pido justicia".