No todos los conquistadores de Mallorca reciben el mismo trato. Los tres grandes son Cecilio Metelo, que el 123 antes de Cristo incorporó la isla al imperio romano y fundó Palma; Isam al Hawlani, que en 903 puso la isla bajo el control del califato de Córdoba, y Jaume I, quien en 1229 lideró el desembarcó de las huestes catalanas.

Cinco años atrás se celebró el octavo centenario del nacimiento de Jaume I. El 31 de diciembre de 1229, el rey pasó a cuchillo a los habitantes de Madina Mayurqa que seguían vivos tras el asalto. Había nacido en Montpeller el 2 de febrero de 1208 y desde su más tierna infancia estuvo destinado a ser rey. En 2008, se organizaron actos solemnes en la sede del Consell de Mallorca, se publicaron libros y se montaron exposiciones para resaltar la importancia del personaje para la isla.

Este año se cumplen 1.100 años de la muerte de Isam al Hawlani. No se tienen noticias de que se vaya a producir un despliegue especial para profundizar en unos siglos de los que desconocemos casi todo. Ni para saber más de un personaje que dio un gran impulso a unas islas que habían permanecido cuatro siglos al margen de la historia. Al Hawlani fue capaz de analizar la importancia estratégica de unas islas que de derecho, aunque no de hecho, formaban parte del imperio bizantino. La conquista fue fruto de su esfuerzo económico personal.

Al Hawlani modernizó la administración de la isla y puso los cimientos para generar una sociedad estructurada, con autoridad política y judicial. En la década que gobernó Mallorca construyó "mezquitas, posadas y baños". También puso las bases para impulsar una vida cultural que proporcionó algunos célebres hombres de letras y de ciencias.

Cecilio Metelo tiene una calle. Jaume I, un monumento. No deja de ser curioso que el último valí de la isla, Abú Yahya, derrotado, humillado y ejecutado por Jaume I, tenga una plaza dedicada en Palma y en cambio ningún ayuntamiento se haya acordado del victorioso Isam al Hawlani, muerto hace exactamente 1.100 años.