Miquel Tomàs de Taxaquet (1529-1578) fue un teólogo mallorquín que llegó a ser obispo de Lleida y que trabajó en Roma por los años del Concilio de Trento. Pocos años antes de morir publicó un libro en el que consideraba la necesidad de constituir colegios como eficaces instrumentos para reformar de la Iglesia, con la particularidad de no referirse exclusivamente a centros de formación masculina sino también a los femeninos. Taxaquet pensaba en aquellas ciudades en las que se podrían fundar casas a modo de convento para la educación de las niñas "de buena índole y de costumbres honestas". El teólogo mallorquín, al proponer en su libro estas nuevas fundaciones, ponía como ejemplo la novedosa institución de Santa Caterina dei Funari, en Roma, de cuya junta él formaba parte. Pero continuaba diciendo: "para que nadie diga que esto es sólo cosa propia de Roma y que no puede implantarse en otras ciudades, advierto que en Mallorca, que es mi tierra, hay un monasterio que se llama propiamente Criança en el cual las hijas de los nobles, especialmente aquellas que quedaron huérfanas de madre, se educan con gran cuidado". La Criança, por tanto, formaba parte de esas fundaciones novedosas que surgieron en el contexto de la Contrarreforma.

En 1518 se aprobaron los estatutos de la Confraria de Nostra Dona de la Criança. Fueron sus impulsores el médico Guillem Caldentey, el canónigo Gregori Genovart, el abogado y reconocido escritor Jaume de Oleza y el sacerdote Gabriel Mora. Genovart fue quien dio su casa particular, un bello casal en el corazón del Call (calle de Monti-Sion) que debió pertenecer algunos años antes a algún rico judío. La creación de este nuevo colegio venía a dar salida al aumento de población, en este caso femenino, ocasionado en el ocaso del siglo XV. Una de las claves del éxito del proyecto fue sin duda la elección de la madre rectora: la beguina Elisabet Cifre de Colonya (1467-1542).

De Cifre sabemos, a través de sus escritos, que creía firmemente en la creación de esta nueva institución, pues "la poca vergonya y criansa que ja en tal temps tenian continuament les doncelles de aquesta nostra ciutat y que asó provenia de la poca criansa y cura y mal govern de lurs pares y mares". Para remediar esta situación se fundaba la Criança y ella llegaba para dirigirla: "A inductió y pregaries dels quals [los fundadores] principalment per lo Servey de Nostre Senyor Déu jo prenguí aquest càrrech que tinch de criar les doncellas que hi són posades, instruint aquellas en lo adjutori divinal, en la temor de Déu y en les obres de virtud". Queda claro, por tanto, la finalidad de la institución: educar a doncellas virtuosas, honradas y sin mácula. Para las doncellas "errades y públiques pecadores" se creó, bastantes años después (1593), La Casa y Piscina Espiritual de Nostra Senyora de la Pietat, ubicada una calle –precisamente denominada Pietat– cercana del Hospital General. Al morir la primera rectora, el colegio se puso bajo la protección de los jurados de la ciudad, por ello, todavía hoy, vemos blasonado el portal de entrada de la Criança con las armas de la Ciudad y Reino de Mallorca.

La Criança fue un colegio cuyas alumnas eran internas. Éstas tuvieron como libro general de estudios el Llibre de les dones, de fray Francesc Eiximenis OFM. Esta obra estuvo en librerías tan selectas como la de la propia reina Isabel la Católica, y también se tiene documentada en no pocas de las librerías particulares del patriciado palmesano. No en balde, fue considerada "una de las mejores y más sensatas y oportunas para la formación de la mujer en su tiempo" y sólo se vio desplazada tras la aparición de las obras de Lluís Vives.

Leyendo las ordinacions y reglas de la Criança, uno se puede hacer una idea de cómo discurría el día a día en el colegio femenino, una vida que se asemejaba a la de unas monjas de clausura. No podían asomarse al mirador de la celosía que daba a la calle ni subir solas a la azotea. Asistían a misa retiradas en el coro o dentro de la sacristía, para no ser vistas. El contacto con el exterior debía ser siempre supervisado por la rectora, a excepción de las conversaciones entre las alumnas y sus padres o parientes más cercanos. La correspondencia también pasaba por la censura de la rectora. Todas las jóvenes dormían en un mismo salón dormitorio y con ellas dormía la rectora, "per poder donar millor compte de las doncellas a Déu y a las gents". Cuatro chicas, las que disponían de menos recursos, hacían de doncellas de servicio, por lo que se ahorraban pagar su sustento. Sus encargos eran pastar el pan, hacer la comida, lavar la ropa€ Las demás debían pagar cada cuatro meses su sustento, tanto en alimentos como en dinero. En cuanto a la ropa, tanto de vestir, como de dormir, como de aseo, también debía ser provista por las alumnas y debía ser renovada cada seis años. En cuanto al vestir y el aspecto exterior: "El vestir de totas serà modest, procurant en ell tota limpiesa y endresa, però sens vanitat ni demasia [€] Nos sufrirà ningún gènero de afeites, pus com digué un gentil la suma hermosura de una dona està en ser modesta y vergonyosa y sant Ambrós diu que·s grandíssim dot de la virginitat ser la doncella callada y molt modesta".

Todas comían en el refectorio, en silencio, mientras escuchaban la vida de algún santo. En cuanto a la rectora, las ordinacions le advierten que "no maltractarà de mans ni de paraula a las doncellas". En las horas libres no se podía jugar, ni cantar, ni se podía inquietar a las demás con ningún tipo de alboroto. Los últimos puntos de estas ordenanzas hacían referencia a los bueno modales en la mesa a la hora de comer: "Quan tocarà a dinar no vajen corrent al refector". Durante la comida "esteran ab devoció y ab gran modèstia y honestidad, no possaran los colsos sobre ella, no parlaran, ni miraran de una part a altre, menjeran a pler y limpiesa, desant en lo plat los ossos o lo que sobre y ninguna se alsarà fins que·s fasse señal".

La Criança fue durante trescientos años el único centro femenino de Palma. En el siglo XX, la institución se encontraba en decadencia. Tras varios intentos de mejorar la situación, en 1955, se estableció la Casa General de las Missioneres dels Sagrats Cors.