Ayer se cumplieron 50 años de la muerte en Palma de Diego Zaforteza y Musoles Crespí de Valldaura y Navarrete. Con estos apellidos resulta fácil deducir que se trata de un personaje de rancio abolengo. Pero Zaforteza significa mucho más para Palma que su retahíla de apellidos. Es el autor de La Ciudad de Mallorca, probablemente la obra que más ha ayudado a conocer la evolución de la capital desde la conquista de Jaume I hasta mediados del siglo pasado. En palabras de Guillem Rosselló Bordoy, la obra permite seguir "una a una la pequeña historia de calles, plazas, callejones y los recovecos de una ciudad de larga, muy larga, vida que al correr de los siglos ha cambiado de piel, pero sigue intangible en su estructura física, desafiando modos y modas".

Zaforteza nació en Godella –Valencia– en 1884, aunque su familia era mallorquina de pura cepa, que diría Isern. Tras obtener la cátedra de geografía económica de la Escuela de Comercio, impartió clases en Zaragoza, Valencia y Palma.

Siempre mostró un gran interés por la historia. Esta afición dio sus frutos con la publicación de una vasta obra de investigación que, pese a algunas críticas que acentúan sus errores, resulta de obligada consulta. Entre sus estudios los hay dedicados a la devoción de Mallorca por Sant Vicenç Ferrer, a la fuente de las Tortugas o al Casal de Can Berga.

Su obra magna es La ciudad de Mallorca, ensayo histórico toponímico. Son cinco tomos. Más de 2.000 páginas. Los cuatro primeros se publicaron en vida del autor entre 1953 y 1960. El quinto, que dejó acabado antes de fallecer, tuvo que esperar hasta 1988 para ver la luz. Además de un recorrido por el origen del nombre de cada calle, ilustra sobre aspectos hoy tan cotidianos como el alumbrado público o la numeración de las casas.

"Acabé de poner a máquina el tomo quinto el 12 abril 1958". Sin embargo, fue necesario esperar 30 años para que saliera de imprenta. Probablemente no le hubiera importado demasiado. Al fin y al cabo, los libros, como las ciudades, necesitan que pase el tiempo sobre ellas para adoptar su forma definitiva.