Estos días se han sucedido una serie de actos conmemorativos relacionados con el tercer centenario del establecimiento de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri en Palma. Si tres son los siglos que conmemora esta institución, con más de siete cuenta su edificio, antiguamente conocido como el convento del Sant Esperit, mientras lo fue de la orden de los trinitarios. Recordemos sus orígenes.

La orden de la Santísima Trinidad de la Redención de Cautivos, fue aprobada en 1198 por el papa Inocencio III, a iniciativa de Juan de Mata y Félix de Valois. La principal misión de esta orden era la de rescatar a los cristianos que habían sido convertidos en esclavos por los moros. Además de los tres votos clásicos, los trinitarios tenían un cuarto, en virtud del cual se debían entregar como rehenes a cambio de los cautivos que no podían ser rescatados por falta de dinero –con especial atención a aquellos cuya fe católica peligraba—. Entre las personas rescatadas, las hubo muy célebres, como por ejemplo Miguel de Cervantes. Su hábito era blanco con capa negra y como distintivo tenía una cruz patada de color azul y roja. Fue el propio Juan de Mata que fundó la primera casa en Cataluña, en Vinganya, en la falda de los Pirineos (1201). En 1232 se establecieron en Mallorca. Esta pronta aparición en la isla fue debida a la intercesión de Constanza de Aragón, hija natural de Pedro el Católico, hermana de Jaime I. Doña Constanza –un retrato suyo se conserva en la galería de los reyes del Ayuntamiento de Palma–, se casó con el senescal de Cataluña, Guillem Ramon de Montcada. Al enviudar ingresó en la orden trinitaria, a la cual donó algunas de sus propiedades mallorquinas.

Fueron un inglés, Sebastian Robes, con cinco sacerdotes de Marsella y tres frailes legos, los primeros trinitarios de Mallorca. Se instalaron en una de las casas donadas por Constanza, situadas en la calle Concepció, cerca de lo que fue el oratorio del Santo Sepulcro, del cual posiblemente usaron como capilla. Pronto se dedicaron a cuidar enfermos. Seguramente, fue un problema de espacio lo que provocó el traslado de los trinitarios, a finales del siglo XIII, al hospital del Santo Espíritu, actual convento de Sant Felip Neri. El Santo Espíritu era conocido popularmente como hospital dels rossos, debido al color amarillo de los vestidos que llevaban los niños enfermos. No sabemos mucho más de esta antiquísima orden, pues sus viejos papeles siguen a la espera de un esmerado estudio. Sí sabemos que los trinitarios perduraron hasta la desamortización del año 1835, momento en que zarparon de Mallorca para no volver nunca más.

La capilla dels Dolors (1544), de planta octogonal, y la sillería del coro (con aspecto de haber sido construida en el siglo XVI) son los dos elementos arquitectónicos más destacados de lo poco que queda del antiguo convento, el de la primera época (siglos XIV-XVI). Algunos vestigios más: el portal principal de la iglesia, un capitel (que se conserva en la entrada del castillo de Bellver), el campanario, quizás alguna piedra armera que decora el patio del archivo episcopal€ y poca cosa más.

Ello es debido a la profunda transformación que llevaron a cabo los propios trinitarios entre los años 1612 y 1628. Aquellas obras prácticamente modificaron la fábrica antigua y otorgaron a la iglesia el aspecto actual.

Paralelamente a esta historia, nos encontramos con el establecimiento en Mallorca, en 1712, de la Congregación del Oratorio. Esta congregación había sido fundada por san Felipe Neri en 1564. Llegaron a la isla gracias a la intercesión y donación testamentaria de mosén Martí Ballester, antiguo rector de la parroquia de Santa Eulalia, devoto de san Felipe Neri, quien legó al Oratorio unas casas frente a la Casa Negra –la sede de la Inquisición–. La capilla era muy sencilla, tal como cuenta Ramon Medel (1849): "€está formada por una sola nave, con bóveda de media naranja en el centro y cuatro capillas". Entre los primeros miembros de la comunidad estaban el P. Gabriel Tallades, Prepósito y el P. Antoni Barceló, tío del célebre almirante, conocido popularmente como es capità Barceló. La Congregación del Oratorio existió hasta el año 1836, año en que fue suprimida. En 1852, la reina Isabel II decretó el restablecimiento en toda España de las congregaciones del Oratorio y de los PP. Paules, por lo que en 1853, un único congregante, el P. Francesc Frau, recuperó la antigua sede de Sant Felip Neri.

Poco duró la alegría, pues un año después, el 26 de julio, los oratorianos recibían un decreto del alcalde de Palma en virtud del cual debía abandonar la Casa e Iglesia en un plazo de veinticuatro horas, pues dichos inmuebles debían ser demolidos y su solar debía quedar integrado en la nueva plaza Mayor. Enseguida sacaron retablos, imágenes, ornamentos litúrgicos€ que fueron repartiendo en las casas particulares de los fieles afines a Sant Felip. La indemnización que el ayuntamiento de Palma debía pagar a la congregación por la expropiación no llegaba. Esta situación que mantenía en vilo a los oratorianos, empujó al P. Frau a solicitar una permuta: en lugar de dinero, pidió la cesión del antiguo convento de los Trinitarios, en aquellos momentos en estado de ruina –prácticamente todas sus estancias estaban apuntaladas–, para que la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri pudiese instalarse allí. El Ayuntamiento accedió a la permuta.

Para poder emprender la remodelación del convento en ruinas, los oratorianos tuvieron que parcelarlo y vender nueve de ellas, las más periféricas. Además, acordaron con el Ayuntamiento abrir una calle nueva, la de Sant Felip Neri. Diez años duraron las obras de remodelación, las cuales fueron dirigidas por el arquitecto Pere d´A. Peña.

Desde entonces, la Congregación del Oratorio de Sant Felipe Neri, ha resistido los embates de la historia, incluso a las tres bombas que cayeron en el convento durante la Guerra Civil. Ahora, tras tres siglos de singladura en esta isla, nuevas vocaciones parecen asegurar su continuidad.