El mercadillo de la navidad palmesana era la Fira de Sant Tomàs. Ahora no tiene nombre conocido. Abría sus puertas el 21 de diciembre y a los pocos días cerraba, Navidad estaba muy cerca. Hoy se pueden visitar desde que comienza diciembre hasta que los Reyes Magos emprenden el camino de regreso, después de saquear las cuentas corrientes y tarjetas de crédito de los padres. El de antaño se instalaba entre la Porta de Sant Antoni y les Enramades, al principio de la actual calle de Manacor, aunque también podían encontrarse comerciantes en la plaza del Mercat i en la Major. En la actualidad se dispersa por la plaza de Espanya, la plaza Major, la plaza del Olivar, la Rambla y el passeig Sagrera. Hace cien años, los palmesanos adquirían los animales –pavos, gallos y lechonas– que serían consumidos en las comidas familiares del día de Navidad; además de boniatos, turrones y caramelos para endulzar la sobremesa. Y los pastorets con los que montar el belén. Estos días las figuras del nacimiento compiten con ridículos trajes de Papá Noel, guirnaldas y bolas de colores para adornar el árbol y tubos luminosos para los balcones. Hoy seríamos incapaces de comprar los animales vivos, sacrificarlos y cocinarlos en casa. Los compramos envasados en una gran superficie y así olvidamos que un día cloquearon, cacarearon o gruñeron.

Miquel dels Sants Oliver (1864-1920) describió el ambiente de la Fira de Sant Tomàs: "És sa fita de s´hivern, és sa finestra per on comencen a sortir ses primeres olors de sa cuina de Nadal... Ses tavernes de per devora plaça se peguen foc, i allà, horabaixenc, ja no hi cap una agulla; tanta és sa concurrència des qui xarumben o fan tutis, entre es niguls des tabac de pota, es baf de s´aigordent o sa delitosa flaire des peix frit..."

Las cosas han cambiado en un siglo. Los pastorets y la comida. En los mercados navideños de principios del siglo XX no cabían los bienes superfluos. Todo se aprovechaba. La mayor parte de lo que se vende hoy es innecesario. Sin embargo, algo perdura: las calles de Palma olvidan la soledad y tristeza de los días fríos y vuelven a llenarse de gente. Igual que cien años atrás.