Las medidas excepcionales que Cort ha tomado para aliviar la deuda de 30 millones de la EMT puede que mejoren la situación económica de la empresa, pero amenazan con empeorar la calidad de un servicio que ya acumula demasiadas quejas por saturación.

Las denuncias se centran especialmente en once líneas, las once joyas de la corona del concejal Vallejo: Puerto-Ciutat-Aeropuerto; Pont d´Inca-Illetes; Es Rafal Nou-Son Dureta; Son Rapinya-Son Gotleu; Sindicat-Son Roca; Son Cladera-Sa Indioteria; Son Sardina-Polígon de Llevant; Platja de Palma-Plaza de la Reina; Establiments-Son Fuster; Sant Agustí-Son Espases y Palma-s´Arenal-Cala Blava. Quejas por la saturación del servicio, por que los usuarios muchas veces tienen que quedarse en las paradas porque el bus llega completo y por las largas e incómodas esperas. En este contexto, la empresa da todavía un paso más atrás. Y a partir del próximo martes fusiona cuatro líneas en dos y reduce frecuencias en otras cuatro. Y como las desgracias nunca llegan solas, el año que viene anuncia una subida de tarifas que alcanzará el 23 por ciento y castigará especialmente a los usuarios habituales del servicio, a los que no tienen alternativa para moverse por la ciudad, a los ciudadanos económicamente más débiles, que verán como su factura anual por desplazamientos se dispara, mientras aumenta el paro, los recortes y la congelación de sueldos en todos los sectores de la economía. Por eso, no hay subida más insolidaria que la de las tarifas de la EMT.