El 25 de noviembre de 1895, Palma volvió a llorar. Una explosión en el revellín –una fortificación avanzada de la muralla principal– de Sant Ferran dejó 97 víctimas mortales, la mayoría mujeres y niños, que trabajaban en el polvorín ubicado en esta zona ligeramente apartada de la ciudad. El lugar del accidente se encontraba frente a la actual delegación de Hacienda. Tous y Maroto narró en primera persona los momentos iniciales: "Me encontraba yo en plena vía pública, en la plaza Atarazanas, a las dos de la tarde, cuando sonó una formidable explosión a la que se estremecieron puertas y cristales y puso a la par en conmoción todos los ánimos. ¿Qué había ocurrido? Una densa y grande nube negra ascendía lentamente por el espacio sereno en aquella límpida mañana otoñal: era la lúgubre pregonera de la desgracia". Si hoy todos recordamos dónde estábamos el 11-S, los palmesanos de finales del siglo XIX fijaron en su memoria qué estaban haciendo el día del accidente. "No es preciso recurrir a las galas de la retórica para hacer sentir el duelo profundo que embarga los corazones palpitantes y desordenados desde ayer a las dos de la tarde. ¡Hora aciaga, momento de supremas amarguras y de imponderables infortunios", escribía al día siguiente La Almudaina.

La plaza del hospital se llenó de inmediato de víctimas dolientes de rostros negros y carbonizados. La ciudad se movilizó de inmediato para ayudar a los damnificados. Se organizaron funciones de teatro benéficas. Se puso a la venta un álbum con el título Limosna. La reina regente, María Cristina de Habsburgo, abrió una cuenta de donaciones a la que se sumaron ciudadanos de todo el país.

¿Quién fue el responsable?. La justicia civil y la militar condenaron al empresario Gabriel Padrós por no haber tomado las medidas de seguridad necesarias para evitar la catástrofe. Se le consideró culpable de homicidio involuntario y fue condenado a tres años y tres días de prisión y a indemnizar a las víctimas. Pagó 1.000 pesetas de la época por cada muerto. Ni la cárcel ni el dinero restañaron la herida sufrida por la ciudad.