El robo masivo de tapas de alcaltarilla que se ha producido en los barrios periféricos de Palma durante los últimos tres meses ha causado pérdidas por valor de 25.200 euros a Emaya, ha podido saber este diario.

Fuentes de la empresa municipal de aguas y alcantarillado confirmaron ayer el alcance de la sustracción, que corresponde a más de trescientas piezas de fundición que cubren los sumideros de las calles, así como el trabajo en colaboración con la Policía Local desarrollado desde que se detectó el problema, lo que permitió detener el viernes a tres personas, dos hombres y una mujer, presuntamente relacionadas con los hurtos.

Cada pieza de fundición como las que se robaron el jueves en la barriada de Son Ferriol mide 75 por 40 centímetros, pesa 29 kilos y vale 68,85 euros, una cantidad que asciende hasta los 84 euros si se incluye el marco que fija las pieza al asfalto, también sustraído en la gran mayoría de los casos. Llama la atención que en la barrio de Son Ferriol un testigo viera la noche del jueves huyendo a dos personas en motocicleta con dos piezas de fundición cargadas a peso, es decir con 58 kilos encima que portaba la persona que iba de paquete.

Las zonas más afectadas de la ciudad por esta nueva acción delictiva se localizan en barrios periféricos, especialmente en aquellas nuevas urbanizaciones que la crisis de la construcción mantiene todavía con muy pocos vecinos. También se han detectado robos en los polígonos industriales de Palma, donde por las noches y los fines de semana se detiene toda la actividad. En esos puntos de la ciudad las personas que se dedican al hurto de tapas de alcantarilla se sienten seguras, pero también en zonas como Son Ferriol, el Polígono de Levante, La Soledat, Son Malferit y los nuevos núcleos de población adyacentes, así como en calles que todavía no han sido inauguradas, como las posteriores a la fachada marítima del litoral de Llevant.

Cada vez que se ha detectado un nuevo hurto en los últimos tres meses, Emaya y la Policía Local se han visto obligados acudir rápidamente al lugar para acotar y señalizar los huecos en los sumideros de las calles, pues sin tapa se convierten en una peligrosa trampa para los conductores de automóviles y motocicletas que no esperan ese accidente imprevisto en la calzada. La empresa de aguas y alcantarillado también ha ido reponiendo paulatinamente todas las piezas sustraídas en la medida de sus posibilidades, mientras continúa la labor de la Policía Local.

Precisamente, los agentes no han concluido las pesquisas con la detención de las tres personas producida el viernes. En estos momentos mantienen abiertas varias líneas de investigación con el objetivo no sólo de detener a los autores de los robos de mobiliario urbano, sino también de detectar los puntos de venta, los talleres de chatarrería que supuestamente pagan un dinero por las piezas de hierro fundido que han sido robadas en barrios de toda la ciudad. Para la policía, que ya ha reforzado la seguridad en los barrios afectados y mantiene una discreta vigilancia sobre los talleres de chaterrería, esta oleada de robos es muy similar a la que se produjo la semana pasada en el cementerio. Y forma parte de un fenómeno parecido producido en parte por los estragos que la crisis causa en la población más vulnerable.