En Chile, al cobre los antiguos le llamaban payén. En el primer tercio del siglo XIX, el país andino se convirtió en una de las grandes potencias de producción mundial del metal rojo. Hasta principios de 1900, Chile fue el mayor exportador mundial del preciado metal. Más tarde entrarían los norteamericanos en los entramados hasta entonces sólamente chilenos. A Salvador Allende le costó la vida devolver al pueblo lo que la tierra le daba: el metal rojo.

Una chilena de Viña del Mar, Paz Oyanedel Núñez, ha montado una pequeña tienda en la calle Brossa donde algunas de sus joyas desprenden ese fulgor rojizo. Paz Núñez se ha limado el primer apellido y se ha quedado con el linaje materno para atender desde su boutique una oferta de moda y complementos que buscan la mano artesana.

Abierta en plena canícula, aguarda "a que pase la Nit del Art", para formalizar su apertura con una inauguración "en toda regla". Los "tiempos revueltos" no la han amilanado.

"La idea es ofrecer ropa y joyas con diseños exclusivos de artesanos de Chile, sobre todo joyas de plata y cobre, y moda de diseñadores mallorquines", subraya. Así en su fondo de armario cuenta con vestidos y blusas de Marga Mayol y de Rosalita McGee de Madrid y también moda italiana y de Eivissa. Lo suyo, es según manifiesta, ofrecer "ropa de estilo informal" que "llegue a todo el mundo".

Una reforma sencilla, donde los tonos crema son el fondo que resalta el colorido de sus productos, dejó atrás cierto tono oscuro de anteriores negocios. "Renovamos el espacio y como el lugar es pequeño, opté por los tonos claros para darle más calidez al ambiente", señala Paz. El probador es un altillo al que se accede por una escalera de caracol. Al llegar, uno se encuentra con un mirador con vistas a una tienda que también viaja a Kenia a través de abalorios y collares. Uno de ellos, dedicado a la fertilidad.

Paz conoce Palma desde el 96. A aquel viaje turístico le sucedió otro en 2003. Hasta establecerse en Mallorca, donde tiene familiares. Ella se define como "un alma inquieta, viajera", o sea, que aunque la isla sea su patria en estos momentos, "una vez al año, ¡al menos!, me tengo que escapar".

Formada en Turismo, carrera que estudió en su país, trabajó en diversas agencias de viajes y en Air Madrid. "Por fortuna", salió con bien del quebranto.

En la tienda, también vende acuarelas del pintor Claudio Capellini. "La idea es tener muestras de pintura, fotografía", señala, mirando en dirección al altillo donde una se prueba y contempla los lienzos del pintor argentino afincado en Palma. "Me gustaría hablar con escuelas de joyería de Palma para ver si sus alumnos quieren exponer y vender sus joyas en la tienda". Como dice ella y su marido y socio Óscar Fernández "¡Nos lanzamos!".