A principios del siglo XV la Capilla Real de la Catedral ya había sido construida. Allí se instaló el altar mayor y de allí no se ha movido hasta el día de hoy. Fue en esa época –hacia 1318– cuando Jaime de Oleza Pont y Catalina Rovira Campfullós encargaron esculpir seis ángeles músicos con sus correspondientes columnitas polilobuladas de jaspe. Así nos lo recordaba en el siglo XVIII el conocido erudito franciscano Ramon Calafat: "Estos [Jaime de Oleza y Catalina Rovira] mandaron fabricar los seis Ángeles del Presbiterio de la Catedral, vestidos con sus armas de uno y otro [es decir, el escudo de Oleza y el de Rovira], de mármol, que estaban sobre seis columnas: consta del testamento de dicha Rovira, que se halla en poder de Guillermo Salvá, notario, su fecha 30 de junio de 1453". Como vemos, estos ángeles erigidos sobre las bellas columnas fueron regalados al Cabildo catedralicio, los cuales fueron destinados a los cortinajes que habían de resguardar el altar mayor de la Catedral. Las figuras fueron realizadas por el escultor Llorenç Tosquella, hijo del conocido escultor con el mismo nombre. Tosquella junior había empezado a trabajar en la Catedral bajo las órdenes del prestigioso artista Pere Morey, allá por el año 1389. Y allí trabajó durante mucho tiempo, actuando, seguramente, en el portal del Mirador y en el portal de la Almoina. Hacia 1430 realizó la clave de bóveda del cuarto tramo del templo, cerca del campanario. Por otro lado, se sabe que realizó trabajos para el edificio de la Universitat –es decir, el edificio gótico que antes estaba en Cort–.

Uno de los donantes, Jaime Oleza –y no Bernardo como se ha dicho a veces–, pertenecía a la quinta generación de su familia en Mallorca, llegada tras la conquista. Sus armas todavía hoy blasonan la parte inferior de algunas de las túnicas angelicales: sobre campo de gules (rojo) una flor de olivo de plata. De igual forma aparecen las armas familiares de su mujer (Rovira) en el resto de los ángeles: partido en faja (por la mitad en horizontal), en la parte de arriba, sobre campo de sable (negro) tres copones de plata; mientras que en la parte de abajo, sobre campo de plata, tres copones de sable.

Esos ángeles se mantuvieron durante siglos en el presbiterio de la Catedral, hasta que a principios del siglo XVIII se decidió substituir el retablo mayor gótico –los restos del cual, en la actualidad, se encuentran sobre el Portal del Mirador apoyados en unas grandes ménsulas– por uno más a la moda de la época. Esa importante intervención modificó considerablemente la disposición del presbiterio, por lo que se decidió retirar los ángeles músicos y sus columnas del altar. Ante esta situación la familia Oleza, que conservaba en la memoria familiar la donación hecha en los siglos medievales, reclamó las esculturas, tal como demuestra este testimonio notarial: " En la Ciudad de Palma, Capital del Reyno de Mallorca, a veinte y cuatro dias del mes de Noviembre […] Año 1729. Pareció ante mi, Juan Antonio Perelló, notario público, el noble Sr. D. Nicolás Ballester de Oleza, Caballero de la Orden y Milicia de Nuestra Señora de Alcántara y Señor de la Jurisdicción y Cavallería de Sta. María del Camino [Oleza apareció junto a un grupo de testigos] que me suministraría, si savían y havían visto, que en la Capilla mayor de la Iglesia Catedral de esta Ciudad de Palma, havia a los lados del Presbiterio inmediatamente del Altar mayor de dicha Iglesia Catedral seis columnas de piedra […] y encima de cada una de ellas un Angel; y si los quatro Angeles, esto es, los dos más cercanos al dicho Altar Mayor, y los dos últimos, se hallaban esculpidas y pintadas las Armas de Olezas, las que usa dicho Señor [Nicolás Ballester de Oleza] y usaron sus antecesores".

Entre los testigos se encontraba Juan Deyá, uno de los escultores más sobresalientes del siglo XVIII, cuya declaración ante el notario vale la pena reproducir, al menos parcialmente: "…en seguimiento del susodicho requirimiento; Pareció ante […] notario público; Juan Deyá, escultor, vecino y natural de esta dicha Ciudad de Palma […] el qual juró a Dios […] dezir verdad de lo que sabría y sería por mi preguntado[el notario] […] Dijo que contenía verdad […] respecto de si los seis Angeles, con seis columnas de jaspe, se hallavan en el Presbiterio de la Capilla Mayor de dicha Iglesia Cathedral, en la forma que se descrive […] esto es, los quatro con las Armas de Olezas, que es una flor blanca de seis hojas, cuyas Armas son las mismas, que usa Dicho Señor actualmente y usaron sus antecesores, según ha visto el testigo y ha oido decir a otros, y los otros dos con otras Armas [las de Rovira], que por ser tan antiguas no se ha conocido de quien eran. Y en quanto de si sabe el testigo, que tiempo puede haver que dichos Angeles se hallan puestos en dicho lugar, dixo el testigo, que ha oido decir y lo da por cierto, que desde que se hizo el quadro y el presbiterio de dicha Capilla Mayor, que según ha leido el testigo y oido decir a otros […] se hallavan plantados dichos seis Angeles y Columnas en el referido lugar, respecto empero del motivo, que se ha tenido para quitarlos, dize el testigo, haver sido, por razón de haverse fabricado de nuevo dicho Presbiterio y quadro del referido Altar Mayor".

En definitiva, D. Nicolás Ballester de Oleza, demostró que los ángeles eran de su familia y por tanto le fueron entregados. El propietario trasladó las esculturas a la hermosa capilla de Son Seguí, predio de los Oleza, en Santa Maria.

A pesar del "destierro" de los ángeles músicos, los palmesanos conservaron en la memoria colectiva la existencia de estos ángeles custodios del alta mayor de la Catedral. Prueba de ello fue que en 1900, cuando el obispo Campins y Antoni Gaudí proyectaron una nueva, y profunda, remodelación del presbiterio catedralicio, desde un primer momento se pensó en reintegrar las columnas con los ángeles de los Oleza. Por ello, el arquitecto Gaudí y su ayudante Joan Rubió, visitaron la capilla de Son Seguí para poder contemplar y fotografiar las piezas góticas. Tras la visita se solicitó a D. Mariano de Oleza, que en aquellos momentos era el propietario, una nueva cesión de las esculturas, solicitud que fue atendida. Gracias al celo de la familia Oleza, el presbiterio de la Catedral sigue estando custodiado por estos seis bellos angelitos medievales.