Entre los estudiantes del SUNY Maritime College que este verano han hecho la primera parte del viaje de prácticas con el ´Empire State´, que ahora visita Palma, se encuentra Carolina Klein, una española que aunque nació en Madrid, vive en Mallorca.

–¿Cómo se le ocurrió estudiar una carrera relacionada con el mar y los barcos?

–Bueno, por el trabajo de mi padre (su padre es Tim Klein, de Marítima del Mediterráneo, uno de los consignatarios del puerto de Palma) yo siempre he visto barcos y he tenido relación con ellos, además me gusta mucho la Biología Marina, de hecho en el Maritime College sigo estudios tanto de Oficial de Cubierta (lo que en España sería oficial de puente), como de Biología Marina.

– Cuéntenos sus experiencias en el el buque escuela estadounidense ´Empire State´.

–Son muy bonitas. Comenzamos la travesía en Nueva York y de allí fuimos a Alborg, en Dinamarca. Por el camino, cruzando el Atlántico, tuvimos días de mal tiempo, pero al contrario de atemorizarme, me quedé extasiada por la belleza del mar. Recuerdo haber visto muchas ballenas, fue inolvidable. Después navegamos por el Báltico con muy buen tiempo visitando Riga, en Letonia, y Gdynia, en Polonia, aunque en este último puerto estuvimos muy poco tiempo y no pude bajar finalmente. Más tarde nos dirigimos a Cobn, localidad de Dinamarca donde desembarqué, dado que los alumnos de los tres primeros cursos sólo hacemos 45 días de prácticas, al contrario de los de cuarto, que realizan el viaje completo. En Cobn embarcaron otros trescientos estudiantes que están realizando la segunda parte del viaje y que con los de cuarto curso completan el pasaje que ha llegado al puerto de Palma a bordo del Empire State.

–¿Cómo es la vida en el buque?

–Muy ajetreada y dura, no paras en todo el día entre clases, guardias y exámenes. Resulta muy intensa. El barco no utiliza el piloto automático, sino que lo guía siempre un cadete, lo que hace que a veces la derrota no sea muy recta (risas).Los camarotes son para ocho o dieciséis estudiantes cada uno. A bordo en total éramos unas cuarenta chicas, muchas menos que chicos. La comida es buena , aunque con el paso de los días, los alimentos frescos van a menos. Lo que sí recuerdo mucho son los postres. A bordo hay un cocinero especialista en estos platos. Creo que acabarán todos las prácticas con varios kilos de más (risas). La mayoría de los cadetes somos de edades muy parecidas y muy jóvenes, aunque hay alguno mayor que supera los cuarenta años.

–¿Se ve navegando en un futuro como oficial en un buque mercante?

– Sí por supuesto. Me gustan mucho los cruceros, aunque no me molestaría navegar en un petrolero, allí se gana mucho dinero (risas). Los alumnos que terminan sus estudios en el Maritime College, tienen asegurado trabajo casi al cien por ciento, el problema es acabar dado que los estudios son muy duros y hay muchos abandonos durante la carrera. Yo por mi parte estoy dispuesta a llegar al final.