Si hace un siglo una asociación religiosa educaba a las mujeres con el objetivo de que formasen parte implicada de la sociedad donde vivían, y no sólo para que fuesen buenas esposas y madres de familia, era considerado casi revolucionario. La filosofía de la Institución Teresiana, que este año cumple su centenario, fue la que propició que muchas de las primeras universitarias de la isla estudiasen en el actual colegio Pedro Poveda, el exponente en Palma de la institución laica que sigue los preceptos del clérigo. Desde que hace un siglo Poveda quisiese "potenciar la formación de las mujeres", la institución y el centro educativo siempre han sido innovadores, no sólo en sus inicios, ya que en los años 80 se empezó a implantar el catalán en sus aulas, cuando en el resto de colegios apenas se hacía, y tienen una gran concienciación sobre el medio ambiente.

La actual directora del colegio, Maria Antònia Nicolau, cuenta que, en reuniones con algunas de las primeras alumnas, "daban importancia sobre todo a que la Institución les formó para ser personas que pudiesen dialogar con el mundo y la sociedad que les había tocado vivir, para no ser ajenas a esta realidad". Durante los años 30, 40 y 50, muchas se convirtieron en maestras, que "era lo que podían estudiar en aquellos tiempos sin salir de la isla". Estas primeras estudiantes, antes de ser universitarias, se formaron en el colegio abierto en 1932 en una casa de la calle Oms. Adquirió gran reconocimiento y, como acudían incluso alumnas de la Part Forana, se convirtió además en un internado. Cuatro años después, ya tenía alrededor de un centenar de chicas y en 1939 se amplió la formación a Párvulos y Enseñanza Primaria, porque antes sólo daban clases de Ingreso y Bachiller. Las aulas se quedaron pequeñas, por lo que durante varios años tuvieron que compartir instalaciones con otro edificio situado en la calle Reina Esclaramunda.

Nuevo nombre y lugar

Finalmente, el curso 1972/1973 el colegio de las teresianas pasó a llamarse Pedro Poveda y fue trasladado a su ubicación actual, una casa de estilo racionalista en el barrio del Rafal junto a la cual construyeron las aulas que hoy llenan unos 350 estudiantes de educación Infantil, Primaria y ESO. "Es una escuela pequeña, donde todos nos conocemos, lo que facilita la comunicación con las familias", explica la directora. Este aspecto es muy importante a la hora de inculcar otro de los preceptos de dicha institución, añade Nicolau. Hace referencia a que "desde el momento en que la sociedad ha ido reconociendo que el papel de la mujer no es simplemente el de ser esposa y madre, se van potenciando más valores, como los familiares, ya que es el núcleo esencial de toda formación y relación humana", en palabras de la directora del Pedro Poveda.

Las escuelas forman parte del entorno más cercano de los alumnos, por lo que es el mejor lugar para transmitir estas ideas, así como el "compromiso con nuestra lengua y cultura", que se empezó a incentivar durante el curso 1984/1985 con la llegada de la directora Rosalía Conde. En aquella década, el colegio ya era mixto. Calcula Nicolau que hace unas cuatro décadas que fueron admitidos los niños.

Los estudiantes actuales son formados partiendo de los tres ejes esenciales para el colegio: una identidad cristiana, el citado compromiso con el catalán y el respeto por el medio ambiente. Además, "se potencia al máximo la creatividad". De hecho, a esta escuela vino la escritora Maria de la Pau Janer. Tal vez en el futuro surja un gran artista, ya que las aulas están llenas de dibujos de los alumnos inspirados en los pintores sobre los que estudian todos los años. Este curso les ha tocado Miquel Barceló.

El árbol que han creado con papel de colores con motivo del aniversario tiene "sólidas raíces" y sigue dando "los buenos frutos que nuestro tiempo necesita", tal como reza el texto escrito junto a esta manualidad hecha en honor a la "memoria centenaria" de la Institución Teresiana.