Los propietarios de Son Ferrando y Son Morlà, fincas pegadas a Son Bordoy, pero clasificadas como rústicas, han propuesto a Cort "una solución negociada" que pasaría por la ampliación del suelo urbano con la creación de una unidad de ejecución que distribuiría los supuestos derechos urbanísticos adquiridos entre todos los propietarios.