La ciudad ya tiene carriles-bici por el centro, nuevas tiendas de bicicletas urbanas, rutas guiadas a pedales para turistas –incluso a los mercados municipales– y la bicicleta pública, que comenzará a rodar en breve. Sólo faltaba el complemento que facilitará los trayectos de los ciclistas urbanos: alforjas que se cuelgan a ambos lados del asiento trasero hechas con un material muy resistente, diez colores a elegir y un original diseño que permite convertirlas en un maletín o un gran bolso en bandolera, donde cabe hasta el ordenador portátil.

La tienda Le Libelle, abierta este mes por Morena Cerfoglio, es fruto de un viaje que comenzó con un sueño, continuó por la India para buscar materiales y fabricar los artículos diseñados por ella misma, y ha finalizado ahora en la calle Jardí Botànic, 10. Uno de sus objetos más originales y útiles en estos tiempos de bicis urbanas son las alforjas.

"Yo tuve una de las antiguas, aunque era incómoda y muy fea. Cuando te bajabas de la bicicleta, no sabías qué hacer con ella, ya que era difícil de llevar, por lo que se me ocurrió diseñar otras que fuesen prácticas y bonitas", tal como explica Morena.

Tienen tres usos diferentes, los de alforja, maletín y bolso. Estos dos últimos se forman retirando las bases de los compartimentos principales y, para crear un bolso en bandolera, simplemente hay que colocar una cinta con velcro incluida en la alforja.

Además, la diseñadora vende capas de terciopelo inspiradas en los cuentos de hadas y chalecos de seda de variados colores. Tal como explica su amiga Alicia Encuentra, encargada del interiorismo y la web, "todo está tan globalizado que las tiendas ofrecen muy pocas opciones de colorido. Por eso es tan importante encontrar en algún sitio esta diversidad".

Un rincón para artistas

Por diversidad que no quede. El local de Le Libelle no es sólo una tienda, sino también "un espacio alternativo para que los artistas que no tienen un lugar donde mostrar su obra puedan hacerlo". Formada en Bellas Artes, Morena Cerfoglio quiso "unir dos temas muy importantes" y que la han acompañado durante su vida, "el arte y la interculturalidad que aportan los viajes. Mi intención es que las exposiciones sean una ventana a las diferentes culturas", destaca la diseñadora.

Según ha constatado, "en la isla residen muchos artistas de otras culturas y diversas disciplinas, como pintura, fotografía, música, escultura, etc., pero tal vez no son conocidos porque no exponen. Aquí pueden hacerlo y también hay espacio para la música".

Un último aspecto del local multidisciplinar es la posibilidad de comprar cualquiera de los muebles antiguos allí colocados. "Cada semana tendremos tres piezas nuevas", señala Morena, quien tiene otros proyectos en mente, como habilitar alguna sala para dar talleres.

El nombre de Le Libelle no es casual. Esta mezcla de francés y alemán significa libélula. Estaba en el sueño con el que comenzó su aventura y refleja el carácter de la impulsora de la tienda: "Rápida, inquieta y de muchos colores".