Llegó de Barcelona Francisco Roca Paretes. Allí tenía una tienda en Portaferrissa. En Palma, en la placita de la Lonja, a la espalda de Sindicat, aquel emprendedor catalán montó un negocio de libritos de papel de fumar y cerillas. Se la conocía con el nombre de La Mistera. Los fósforos eran consumidos por los payeses que cada sábado alcanzaban los soportales de la plaza Major para vender y comprar ´en Ciutat´. Rodeada de las fotos de sus tres hijos y de sus nietos, la actual propietaria Catalina Torrents le echa el ojo al tatarabuelo, inmortalizado en un lienzo enmarcado en dorado. Rodeada de ese mundo de papel que es su vida, lo contempla feliz ahora que vuelve a vivir "y a dormir" en la cama donde nació. En el piso superior donde se ubica Casa Roca, la papelería con más solera de Palma. Un clásico de papel que ya ha alcanzado los 163 años sin cambiar de manos y sin perder comba.

El eslabón

El primer heredero, tras el fundador, fue su hijo Eduardo Roca Amorós. Diecisiete años después llegaría su hermano Ricardo, "el más famoso", apunta su nieta. Presidente de la Cámara de Comercio, cuenta de él una ilustrativa anécdota de quien veía más allá donde el resto apenas ve. "Cuando se construyó el Paseo Sagrera, como se hizo de noche y en tres días, según aseguran las crónicas, él quiso verlo con sus propios ojos. Como era mayor, no paró hasta que le llevaron a verlo".

Sin embargo, el sello de la casa lo puso Domingo Torrents Roca, sobrino de los Roca Amorós y abuelo de la actual propietaria. Con él al frente, Casa Roca pasó de ser una tienda más humilde a sumar metros. Torrents Roca compró el edificio con la idea de convertirlo en grandes almacenes. A semejanza de El Siglo de Barcelona. Para ello contactó con el arquitecto modernista Francisco Roca, "que nada tiene que ver con la familia pese a la coincidencia del apellido", apunta risueña Catalina Torrents. En su despacho guarda el dibujo que hizo de aquel sueño "de un visionario" que acabó siendo un edificio de tres plantas: sótano, planta baja donde está la tienda y la vivienda, en el piso superior. Con la amplitud de espacio y miras, el papel convivió con artículos de perfumería y mercería, hasta que llegó la quiebra del 29 y acabó ganando el papel. "Le salvó la herencia de mi abuela", cuenta la propietaria de Casa Roca.

Conoce al dedillo los entresijos de una papelería que en sí misma es un cajón de sastre. Más de doce mil artículos a la venta, cincuenta mil operaciones pasadas por caja y un listado de clientes que siguen fieles a sus prendas. En estos días, adornos de Navidad, lazos de colores, celofán y papeles de seda para envolver regalos. No faltan las neules, la marca de la casa. "Se las compramos a una monjita trinitaria y a un hermano de La Salle", señala Catalina Torrents.

Desde pequeña transita el negocio familiar. Sólo lo dejó al casarse con un militar, aunque regresó. Se puso al frente en 1979. Lo conocía de sobras. Sigue ahí. Atiende el teléfono y cualquier asunto. "Casa Roca es mi familia. Enviudé hace cuatro años, pero siempre lo dije: Mi marido, mis hijos, Casa Roca y el llaüt", enumera.

No puede por menos que reír cuando se recuerda a sí misma de pequeña despachando. Apenas levantaba medio metro del suelo y ya se encaramaba para decirles a los clientes: "Què vol?". Asegura que no le hacían "ni caso". Vuelve a sonreír al relatar que "mi padre era quien me restaba las regañinas de mi madre. ¡Era muy dura conmigo!". Hija única, perdió a su padre biológico con apenas 18 meses. Heredera de Casa Roca, su madre Vicenta Ibáñez Cabo y después su padrastro, Mariano Parejo, cogieron las riendas de la papelería.

Robert Graves

El año pasado se acercó un viejito a la papelería. Sin dudarlo se acercó a Catalina Torrents y le contó: "¡Yo estuve en la inauguración del 29. Fue un acontecimiento. Mucho mejor que éstas de ahora!". Uno de los clientes asiduos a Casa Roca fue el escritor Robert Graves. "Era una cría y no sabía lo importante que era, pero le recuerdo perfectamente". Han gastado papel de Casa Roca el Príncipe Felipe y sus hermanas. Les acompañaba su abuela Federica.