Todo el mundo convendrá que los orígenes de Palma deben situarse hacia el año 123 a.C, momento en que tuvo lugar la ocupación romana. El diseño de la ciudad se trazó de forma similar a la de otras fundaciones, las cuales se configuraban a partir de dos vías públicas colocadas en cruz. En el caso concreto de Palma, las calles de Sant Roc y del Estudi General corresponderían a esos dos ejes principales de los cuales se desarrollaría un entramado de calles en forma cuadricular. Las dimensiones de la Palma romana corresponderían a las del actual barrio de la Almudaina. Palma mantuvo sus dimensiones hasta el siglo XI. Fue en este último siglo que se canalizó el agua proveniente de una fuente situada a unos seis kilómetros de la ciudad, cerca de donde hoy se encuentra la Universidad. Esta canalización se realizó mediante una acequia principal (la sèquia de la Vila), que se introducía por la parte más elevada de la ciudad (la calle de Sant Miquel) e iba a morir al palacio de la Almudaina. De esta acequia principal salían ramales laterales a partir de los cuales se repartía el agua por las diferentes zonas de la ciudad. Fue precisamente esta red hidráulica la que condicionó decisivamente la morfología urbana de Madina Mayurqa, la cual se expandió más allá de los límites de la ciudad romana, dando lugar al nuevo recinto amurallado, mucho más amplio, base del solar que hoy define el centro histórico de Palma. Se puede afirmar que del siglo XII hasta el siglo XX, las actuaciones urbanísticas en Palma se centraron básicamente en el interior de sus murallas. Durante el siglo XIX se pudo constatar que la Palma de dimensiones medievales se había quedado pequeña, debido principalmente al desarrollo demográfico e industrial. Sus murallas, en otra época consideradas defensa elemental de la urbe, ahora se habían convertido en un cinturón que la asfixiaba. Fue en 1895 cuando, después de una larga batalla de despachos, se consiguió la autorización para llevar a cabo su demolición. Esa misma autorización exigía la redacción de un proyecto general del ensanche para poder ordenar la urbanización de la expansión extramuros de Palma. En consecuencia, el Ayuntamiento de Palma convocó un concurso en 1896. El proyecto ganador fue el del ingeniero Bernat Calvet Girona. En su propuesta, Calvet articulaba el ensanche en forma de gran corona circular que abrazaba todo el centro histórico, desde el Jonquet hasta la otra punta, en el Molinar. El proyecto de Calvet sorprendió, pues no seguía con la línea de otras capitales como Barcelona o Madrid que habían apostado por una ordenación de sus ensanches a partir de planos cuadriculares. Calvet, en cambio, inspirado por el Plan Haussmann de París, prefirió el sistema de red a partir de vías radiales, pues, éste, se adaptaba mejor al diseño multisecular que dibujaban las diferentes vías de comunicación entre Palma y el resto de pueblos de la Isla. Debido a las grandes dimensiones que abarcaba, el Plan Calvet se fue ejecutando lentamente. Hacia 1940 una parte importante del ensanche estaba todavía sin urbanizar. Además, el centro histórico empezaba a acuciar medidas urgentes respecto a temas de tráfico y vías de comunicación. Ante esta situación, en 1940, el Ayuntamiento de Palma convocó un concurso para la redacción de un Plan de ordenación urbana. El ganador del concurso resultó ser el arquitecto Gabriel Alomar Esteve. La propuesta de Alomar se concretaba a partir de doce reformas parciales, todas ellas destinadas a resolver cuestiones estéticas, higiénicas y, sobretodo, de circulación y comunicación. La piedra angular del proyecto consistía, bien, en ampliar vías ya existentes, o bien, realizar otras nuevas. En todo caso, se debían prolongar hasta el interior del centro histórico, confluyendo todas ellas en un punto cercano a la plaza Mayor. En cuanto al ensanche, Alomar respetó el Plan Calvet, aunque introdujo dos nuevos elementos que serían elementales para el posterior desarrollo urbanístico de Palma: la vía de cintura y el paseo marítimo. Del Plan Alomar sólo se ejecutaron algunas reformas. Por ejemplo la número uno supuso la creación de la Avenida de Jaume III; o la reforma número doce que supuso la reurbanización de los alrededores de casa Verí ( Correos, Gobierno Civil, el huerto y parte de la casa Verí… ). Palma no paraba de expandirse, por ello fue necesario la redacción de un Plan de ordenación urbana en 1963 y una revisión en 1973 que supuso un nuevo plan urbanístico redactado por Manuel Ribas Piera, catedrático de urbanística. El Plan Ribas Piera quiso dar respuesta al desarrollismo de los años sesenta y setenta. Este plan estuvo en vigencia hasta 1985, momento en se aprobó el nuevo Plan General de Ordenación Urbana –el PGOU–, el cual fue redactado por un equipo técnico dirigido por Manuel Cabellos. El nuevo Plan se fundamentaba en una reducción del crecimiento de la ciudad y las dimensiones de los edificios, procurando una distribución homogénea de los equipamientos y servicios. Cabe resaltar que en el PGOU de 1985 se puso especial atención en tomar medidas de conservación y rehabilitación de la ciudad antigua. Se incorporaron los PERI, planes especiales para zonas concretas de la ciudad: Puig de Sant Pere, la Calatrava o La Gerreria, por ejemplo. Ahora, el Ayuntamiento de Palma ha decidido realizar una revisión con el objetivo de dar mejores respuestas a las necesidades que demanda la ciudad.

* Cronista oficial de Palma.