En Palma el crimen de todos los crímenes es el del oïdor de la Real Audiencia Jaume Joan de Berga. Aun a riesgo de destripar el final y para evitar que alguien se pregunte "què en som jo de sa mort den Berga?" digamos que los implicados son tres: el noble Jeroni Pau de Cavalleria i Dezcallar, el bandolero Antoni Gibert –conocido como Treufoch– y el sacerdote Mateu Ferragut. Los dos primeros pagan el delito con su vida, el tercero logra escapar.

El asesinato de Berga, con fama de recto y duro, se inscribe en las luchas entre Canamunts y Canavalls. El 24 de mayo de 1619, el oïdor regresa a su casa de la calle Sant Pere Nolasc a bordo de su coche de caballos. Es la hora de las "oracions de Ave Maria", según la declaración del presbítero Martí Mallol, cuando se escucha un tiro de arcabuz. El sacerdote se dirige rápidamente hacia el lugar de donde proceden y se encuentran con Berga, "ferit de una arcabussada que las balas li eran entrades de part derrera y li eren exides par damunt la mamella esquerra". Una herida mortal, por lo que solo queda administrarle la extremaunción.

Los bandos en disputa han cruzado la línea roja y las autoridades comienzan una investigación en la que se ven implicadas decenas de personas que nada saben de la muerte de Berga y cuyo calvario populariza la frase que ha llegado hasta nuestros días como una expresión de fastidio y de inhibición.

En cualquier caso, el testigo principal es mossèn Martí Mallol, quien poco después del crimen se cruza con Jeroni Pau de Cavalleria a quien informa del horrendo crimen "y ell no me respongué cosa alguna, y viu que anava turbat". Mossèn Joan Miquel, otro testigo, se cruza con dos desconocidos –uno de ellos le amenaza con una pistola de pedernal para que les deje paso– y con Jeroni Pau de Cavalleria. En su testimonio señala al bandolero, "el temps que mudaren a la presó a Antoni Gibert Treu Foch per haverlo de sentenciar, jo el viu y mirí molt be y me aparagué en lo tall, en la estaura y ab lo aire de persona y en lo poch que li viu la cara, que era lo matex homo gran qui nos encará lo pedernal".

Con estos testimonio y el del esclavo que conduce el coche de caballos, la Justicia sentencia y ejecuta a los dos inculpados que logra arrestar por la muerte de Jaume Joan de Berga.