A mitad de la calle Sant Miquel se encuentra esta iglesia parroquial, una de las más antiguas de la ciudad. Algunos historiadores no dudan en situar la antigua mezquita mayor de Madina Mayurqa en el solar parroquial. Según el cronista Juan Muntaner, fue precisamente en este templo islámico donde el 31 de diciembre de 1229, una vez consagrado, se celebró la primera misa intramuros. Cuenta la leyenda que San Miguel apareció luchando con los cristianos durante el asalto a la ciudad, por lo que la mezquita mayor, reconvertida en iglesia, tuvo como titular al arcángel guerrero. La tradición también cuenta que fue la importante actuación del dominico fray Miquel de Fabra durante el combate, por otra parte confesor de Jaime I, lo que motivó el poner como titular al Arcángel.

Nada queda de los restos de aquella mezquita reconvertida en iglesia, pues en 1390 se erigió un nuevo templo de traza gótica de nave única con capillas laterales, cubierta de madera a dos vertientes y una robusta torre campanario. La portada labrada, el campanario y la planta de la iglesia son los únicos elementos arquitectónicos que se han conservado hasta hoy, ya que en 1632 la iglesia necesitó de otra profunda remodelación.

Hay que estar muy despistado para pasar por delante de la iglesia de Sant Miquel y no detenerse a contemplar la bella portalada. Ésta se inició en 1398 y fue el escultor Pere Santjoan, bajo la dirección del canónigo Pere Soler, el encargado de realizar las esculturas góticas. En primer lugar, en el tímpano, preside una imagen de la Virgen acompañada por dos ángeles músicos. Flanquean el portal cuatro imágenes de la misma traza: San Pedro, San Pablo, San Antonio de Viana y Santa Margarita. Una escultura de San Miguel venciendo al diablo, obra del siglo XVIII de Miguel Thomàs, remata todo el conjunto.

A un lateral de la fachada se levanta una robusta torre campanario la cual conserva una cámara que sirvió de prisión. Allí los perseguidos buscaban el amparo eclesiástico. La parte superior del campanario se corona con un cuerpo piramidal, elemento muy típico en Mallorca. En 1707 se colocó encima de la torre una talla de San Miguel que hacía las funciones de veleta. Al ser de madera se fue deteriorando hasta que en 1841 se retiró y en su lugar se colocó una cruz.

El interior del templo suele ser un lugar muy concurrido, básicamente por tres motivos: El primero, y el de más peso, se debe a que la iglesia parroquial de Sant Miquel acoge una de las figuras marianas más célebres y veneradas de Palma, aspecto que convierte a este templo en un auténtico santuario en pleno corazón de la ciudad.

La Mare de Déu de la Salut está considerada como la imagen que acompañó a Jaime I durante su zozobrosa travesía a la hora de iniciar la conquista de Mallorca, tal como nos recuerda una estrofa de los Gozos: ´En esta Casa Sagrada / de l´Arcàngel Sant Miquel / el Rei Don Jaume guardada / vos deixà, Reina del Cel´. A ella se han encomendado los mallorquines durante siglos. Capítulo aparte se merece esta popular Virgen, por lo que ahora no nos extenderemos. Un segundo motivo que atrae a los fieles a la iglesia de Sant Miquel es su Sagrario. Al estar este templo en una calle céntrica y populosa, facilita que la gente se detenga unos minutos para hacer la visita al Santísimo, repitiendo aquella oración de Santo Tomás de Aquino que aprendimos de nuestros mayores: ´Adoro te devote latens Deitas´ (Te adoro con devoción Dios escondido). Finalmente, las diversas misas que se celebran a lo largo del día también motiva la concurrencia de fieles en la iglesia.

Preside la iglesia un bello retablo barroco realizado por el escultor Francisco de Herrera. En éste, en el centro, se repite la iconografía del arcángel San Miguel venciendo al demonio. Le flanquean los otros dos arcángeles, San Gabriel y San Rafael. Finalmente, en los extremos, dos figuras franciscanas: San Antonio de Padua y San Francisco de Asís. Remata el conjunto, en el ático del retablo, una escultura de la Virgen.

Cubre la bóveda del presbiterio una impactante pintura de Jaume Morey. En ella se representa la lucha entre el ejército celestial, que encabeza el arcángel San Miguel, contra las huestes del Ángel Caído. A los lados del altar mayor se encuentran dos lienzos descomunales (6,35 por 5,72 metros) obra del pintor Juan Muntaner Cladera. Fue a finales del siglo XVIII cuando el reverendo Miguel Verd encargó estas pinturas mandando representar las apariciones del Arcángel titular en el monte Gárgano y ante el Papa Gregorio IV, en Roma.

De las capillas laterales destacan, aparte de la capilla de Nuestra Señora de la Salud, la que contiene el retablo de San José, obra del escultor Joan Antoni Homs; la del Santo Cristo de los Hortelanos o la capilla del Santo Cristo de los Lirios, llamado así por la gracia que otorgó a Sor Isabel Cifre entregándole unas flores, las cuales sanaron a muchos apestados durante el año 1493.

*cronista de la ciudad