En un lado, una veintena de manifestantes convocados por la Asociación de Vecinos Es Raval, con su líder, Pere Felip Buades, al frente. Portan una pancarta clara: "El Ayuntamiento engaña a los ciudadanos sin voz". Al otro lado, vecinos de la calle Fàbrica y restauradores como el presidente de su asociación, Tomeu Mas, les contradicen. "Han politizado el tema. Las obras mejorarán la calle, la humanizarán". El inicio de las obras de canalización en esta calle de Santa Catalina –empezaron el pasado lunes– evidencia que hay frentes abiertos y posturas irreconciliables. Mientras, Aina Calvo expresó ayer su deseo de que reine "el sentido común" entre los vecinos.

Los contrarios a las obras que convertirán la calle Fàbrica en un eje cívico –a discutir entre todos si debe ser peatonal o semiapeatonal como el de Blanquerna– no alcanzaron ayer el eco perseguido. Incluso contando con el apoyo del PP, que la jornada previa envió a sus simpatizantes mensajes a través del móvil convocándoles a la manifestación.

Sus argumentos, idénticos a los esgrimidos en los distintos plenos: "Decimos rotundamente no al eje cívico de Fàbrica porque nadie lo quiere. No queremos que se convierta en una segunda Llonja o en una calle del jamón. Ni queremos que sea un lugar idóneo para montar botellón", reiteró Buades.

Por todo ello, pese a reconocer que sí habían sido invitados a las reuniones informativas convocadas por el Ayuntamiento, mostró su indignación "porque han iniciado las obras sin consultarnos". El próximo pleno del día 26 pedirán la dimisión del equipo de gobierno en Cort. Presentarán un recurso de alzada y si no prospera, no descartan demandar judicialmente al equipo liderado por Aina Calvo.

Cuando los manifestantes corearon la dimisión de la alcaldesa, un espontáneo grito: "Viva Aina Calvo". La Policía Nacional –cuatro agentes– le pidió explicaciones.

En el otro lado de la calle Fàbrica con Pou surgió la voz del propietario de varios negocios en la zona, Luca Rubiu: "Son diez y la mitad de ellos no vive en el barrio. Todo esto que dicen son tonterías. Las obras mejorarán la calidad de vida aquí, y ellos lo saben. Nadie quiere una Llonja ni botellón". Sí queremos "poder seguir ofreciendo nuestra oferta gastronómica y continuar siendo referentes en la ciudad", añadió Tomeu Mas.