Tittus –con su gorra, su pelo recogido en coleta y su barba canosa– llegó un día a la plaza Mayor de Palma. Se situó en una zona céntrica, dejó el maletín que llevaba en el suelo y extrajo un estuche. Delicadamente, colocó la armónica en sus labios, empezó a tocar y el jazz sonó en medio de un ir y venir de turistas, entre estatuas humanas y pintores varios. Enseguida, un agente de policía lo interrumpió. ¿El motivo? "Me dijo que me tenía que marchar, porque la mendicidad está prohibida. Y me dijo que, si no le hacía caso, me requisaría los instrumentos", relata Tittus, barcelonés de origen que se instaló en Mallorca hace un lustro.

La discusión se entabló en vano, según rememora. La autoridad del agente se impuso y Tittus tuvo que marcharse del lugar. Es sólo una más de las últimas experiencias que ha tenido recientemente con la policía este músico, que ha decidido que es hora de hacer algo para concienciar a las administraciones de la necesidad de normalizar su situación.

"La música en la calle es cultura. ¡Y gratis! Si se regulara, sería un beneficio para toda la ciudad. Mira el caso del Paseo del Borne. Allí sería una buena ubicación. El lugar ganaría mucha vida. Podría ser como las Ramblas de Barcelona", manifiesta. Su intención, y así lo asegura, es promover una asociación que aglutine a los músicos que actúen en vivo, los callejeros también, para defender sus derechos.

Tittus afirma que no puede ser que tengan que seguir cada día la "estrategia del gato y del ratón" con la policía. "Parece que trabajamos en la clandestinidad. ¡No hacemos nada malo! Tocar es la única alternativa de mi vida. Yo me considero únicamente músico y de la música me sustento. Como mucho, el día más fantástico llego a ganar 30 euros. Pero no es lo habitual, ni mucho menos", agrega. Tras reunirse en Cort con representantes municipales, ha llegado a la conclusión de que existe un vacío normativo en este campo. No hay ninguna norma que hable del nivel de decibelios, ni determinando los instrumentos permitidos ni los sitios donde se puede tocar, manifiesta Tittus. "Todo queda a discreción del agente que te toque", afirma.

La Policía Local de Palma difiere de esta argumentación. "Sí que existe una normativa, son las ordenanzas municipales que establecen que para cualquier actividad que se produce en la vía pública se necesita una licencia. Lo que pasa es que, si se aplicara estrictamente, no habría músicos en la calle, por lo que tenemos una especial consideración", informan fuentes del cuerpo policial. Los agentes únicamente intervienen en diferentes supuestos. Obligan por ejemplo a aquellos que tienen aparatos de sonido como altavoces a no estar siempre en el mismo sitio. Es una manera de ´repartir´ las posibles molestias. Tampoco se les permite instalarse en un lugar donde dificulten el tráfico de vehículos o peatones.

Los policías velan también para que los artistas no confundan la vía pública con un megaescenario musical donde instalar a su libre albedrío todo tipo de aparatos. Y vigilan que prácticas de mendicidad no encuentren refugio en la música. "Por lo general, ellos suelen acatar nuestras órdenes. Son respetuosos y hay pocas denuncias, la verdad. Y tampoco acostumbra a haber quejas de comerciantes ni de ciudadanos, porque, en tal caso, sí que actuaríamos enseguida", explican las mencionadas fuentes policiales.

A mediodía de ayer, el Vincero resonaba en la Plaza Mayor. Tras oír unos aplausos improvisados por parte de los viandante, su intérprete, una mujer procedente del Este, aseguraba que no suele tener problemas con la Policía. Ella opinaba que el problema son aquéllos que se venden como músicos cuando no lo son. "Yo soy profesora de canto y he estudiado cinco años en el conservatorio", decía.