"Un problema que va en claro detrimento de nuestra libertad, seguridad, descanso y rendimiento". Con estas palabras los vecinos del paseo Marítimo y El Terreno han recogido firmas para denunciar la práctica cotidiana del botellón ante sus puertas. Todas estas firmas las han entregado en el registro del ayuntamiento de Palma, a la espera de que el Consistorio le ponga fin.

Un amplio espectro de la sociedad palmesana se ha involucrado y ha decidido estampar su rúbrica. Desde presidentes de asociaciones de vecinos, pasando por comerciantes o presidentes de comunidades de vecinos se han adherido al manifiesto.

En primer término, los vecinos denuncian que "entre tres y siete noches por semana, según la época del año", se ven obligados a convivir con el botellón. También definen como "intolerable" la situación a la que se enfrentan. Al tiempo que aseguran que esta práctica les está afectando seriamente a la salud.

La proximidad con el verano ha reavivado sus temores. La llegada del buen tiempo conlleva también la masificación del botellón en el paseo Marítimo y en determinados tramos de El Terreno y Son Armadans.

Las asociaciones vecinales de estos dos barrios han suscrito el manifiesto. También lo han apoyado multitud de comunidades vecinales. Desde edificios en la confluencia con Monseñor Palmer hasta comunidades de las inmediaciones de Portopí se han sumado, a lo largo de todo el paseo Marítimo, a esta iniciativa.

"Estamos hartos del botellón", subraya una portavoz vecinal. "Muchos días nos encontramos los limpiaparabrisas rotos. Es un asco ver cómo se queda la calle y el mar. Nos cuesta llegar a casa", insiste.

Los firmantes sostienen que la práctica del botellón les afecta seriamente a su libertad. "La que disfrutan los participantes del botellón parece más importante que la nuestra", señalan. "Ellos pueden hacer lo que desean y en su camino interfieren en nuestra libertad y calidad de vida", prosiguen.

Otro de los aspectos que denuncian en el contundente escrito presentado en Cort es la deficiente higiene. "Convivimos con vidrios, vomitonas, orines, papeles, restos de comida y basura en general", precisan.

Respecto al medio ambiente, la queja ciudadana aborda las consecuencias directas sobre el mar del botellón en el paseo Marítimo. "No tenemos más que pasear por el borde del mar cualquier mañana tras una noche de botellón para descubrir las consecuencias desastrosas de la diversión nocturna: botellas, bolsas y vasos de plástico flotando a decenas".

Asimismo, los vecinos aseguran haber visto hasta diez carritos de la compra y contenedores de basura sumergidos. "¡Vaya imagen para los turistas!", exclaman.

Los vecinos de los principales puntos neurálgicos del botellón también afirman que su seguridad se ve amenazada. "Sufrimos increpaciones, peleas, agresiones, insultos, accidentes, vandalismo en automóviles y mobiliario urbano causado por gente ebria y fuera de sí".

Interferencias en el descanso

Otro de los argumentos que mantienen en su denuncia del botellón hace referencia a la salud. En particular, los vecinos de estos barrios precisan que el botellón les genera numerosos trastornos. "Sufrimos ruidos, voces, gritos que interfieren contundentemente en nuestro descanso nocturno y consiguiente rendimiento posterior".

Por último, los vecinos y comerciantes directamente afectados por el botellón arremeten contra el ayuntamiento de Palma por el consentimiento de esta práctica en la calle. Así, el colectivo firmante de este manifiesto sostiene que el Consistorio, a su juicio, "se ha posicionado abiertamente permitiendo el libre consumo de alcohol y otros tóxicos en la vía pública".

Asimismo, los vecinos se cuestionan la supuesta eficacia de las campañas municipales de prevención del consumo de alcohol entre los jóvenes. Después de hacer balance de todos los perjuicios que les acarrea el botellón en la misma puerta de sus domicilios, los vecinos concluyen el comunicado en demanda de una solución definitiva. "Exigimos que se respeten nuestros derechos. Solicitamos la prohibición del botellón en nuestra zona", recalcan.

Por una vez, vecinos de El Terreno, Son Armadans y el paseo Marítimo han hecho piña con un solo objetivo en mente: que el Ayuntamiento prohíba el botellón delante de sus casas. Hasta hace unos meses, sólo los empresarios nocturnos capitalizaban las protestas por lo que entendían como algo más que competencia desleal. Esta iniciativa se ha convertido en un clamor. Los daños colaterales se han multiplicado para muchos vecinos de estos barrios. En el escrito remitido hace unos días al Consistorio aseguran que su vida sería muchísimo mejor si no existiera esta práctica. Todavía no tienen respuesta.