Es la Fira del Ram una convocatoria para niños de todas las edades, pues hace ya tiempo que esta feria es sinónimo de parque de atracciones. Pero eso no siempre fue así. El origen de esta feria, genuinamente palmesana, está directamente relacionado con la llegada a la isla de una escultura de la Verónica portadora de la reliquia de la Santa Faz.

No se sabe con precisión cómo ni cuándo arribó esta imagen a Palma. La tradición cuenta que fue el cardenal Antoni Cerdà (Roma, 1459) quien desde Roma remitió dicha estatua-relicario a las monjas del monasterio de Santa Margarita (lugar donde hasta hace pocos años se encontraba el hospital militar). En cambio, hay historiadores que afirman que fue otro miembro del colegio romano el encargado de enviar la reliquia de la Santa Faz: el cardenal Jaume Pou Berard (Roma, 1563), que tenía una hermana monja en el referido monasterio. Si no se ha acabado por descubrir quien fue el donante de esta imagen, sí parece claro que provino de la Ciudad Eterna.

También está claro que desde un primer momento la Verónica despertó gran devoción entre los palmesanos, incluso extendiéndose su fama al resto de la isla. Tres eran las fiestas solemnes en que se exponía la reliquia a la veneración pública: El Domingo de Ramos, el Miércoles Santo y la Natividad de Nuestra Señora.

Durante el Domingo de Ramos mucha gente se congregaba en el monasterio de Santa Margarita para visitar y venerar la imagen de la Verónica. Este acontecimiento fue aprovechado por algunos vendedores, que colocaron sus puestos en el claustro del monasterio. Empezaron algunos ceramistas que vendían figuritas de la Pasión, Cases Santes (Monumentos), con otros puestos que vendían estampas o frutos secos. Con el tiempo se vio que el número de tenderetes iba en aumento. Tanto fue así que el recinto claustral quedó pequeño y se tuvo que invadir la vía pública. Se añadieron vendedores de ollas, jarras, platos, greixoneres y toda clase de chirimbolos. También siurells y otros juguetes de barro o latón. El monasterio de Santa Margarita llegó a convocar tal cantidad de gente durante el Domingo de Ramos que los puestos de venta se desbordaron por una parte importante de la calle Sant Miquel. De esta manera espontánea surgió la Fira del Ram. Debió de ser hacia el siglo XVIII cuando se puso de moda regalar durante este día un siurell o algún otro entretenimiento a los niños. Por este motivo, eran los jóvenes los que esperaban con más gozo la feria.

Con la aprobación de la ley desamortizadora de Mendizábal, el monasterio de Santa Margarita fue exclaustrado. En 1837, las monjas agustinas, con todos los muebles y pertenencias, se trasladaron al convento de la Concepció, sito en la calle del mismo nombre. A partir de ese año, la Santa Faz se expuso públicamente en la iglesia del convento de adopción, atrayendo a los fieles y también a los vendedores, que con sus puestos de venta ocupaban la calle Concepció hasta la fuente del Sepulcro para, desde allí, continuar hasta la fuente de las Tortugas. La gente que transitaba por la feria se empujaba y se pisaba, era tanta la marabunta que causaba desaliento. Así se describía el bullicio de la feria hacia 1850: "La gent tresca y s´empeñy y se trepitja, es nins estirant es coll, badant sa boca y axecantse de puntes per afiná millo lo de ses taules; ses atlotes anant encollades tres ò quatre de brasset y fent riayes; es bergantells homonetjant, aglapint ses atlotes y riguentse de ses juguetes […] Atlot que en juguetes hei gastava dos o tres sous ja feia rumbo". Al final, el Ayuntamiento tuvo que tomar cartas en el asunto y decidió trasladar la Fira del Ram a la plaza del Hospital. Pero el espacio que proporcionaba este lugar no fue suficiente para poder instalar todos los tenderetes, por lo que la feria precipitó por la cuesta de la Sang para extenderse a lo largo del paseo de la Rambla.

Fue en este último lugar donde a finales del siglo XIX apareció el primer tiovivo, artilugio mecánico que enseguida entusiasmó a los más pequeños. Los primeros tiovivos llegaron a Palma de la mano de empresarios peninsulares, especialmente catalanes. Tuvieron tanto éxito que con el pasar de los años fueron apareciendo nuevos artefactos recreativos, tantos que hubo que desplazar la feria hacia la zona comprendida entre las Avenidas y la plaza del Tubo.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, la Fira del Ram se había convertido en un parque de atracciones, el cual fue transitando por diferentes solares de Palma. Después de la plaza del Tubo, se trasladó unos años a una gran explanada que se había construido delante de la Catedral. Años más tarde, la construcción del Parc de la Mar obligó a buscar un nuevo asentamiento, esta vez en el polígono de Llevant. De allí, a los pocos años, pasó a un amplio solar delante del hospital psiquiátrico. En este lugar se mantuvo durante bastante tiempo, hasta que el proyecto del parque de la Falca Verda obligó a reubicar el parque de atracciones en Son Fuster, su emplazamiento actual. La figura de la Verónica, con su reliquia de la Santa Faz, continúa exponiéndose al público cada Domingo de Ramos.

(*) Cronista oficial de Palma