Hace años que los pescadores del Moll Vell se quedaron sin el bar que les proveía de gusanos para usar como cebo. Cerrado a principios de este siglo, cambió de propietario hace cinco años y mañana reabre completamente transformado. No obstante, aún quedan diez meses para que el rehabilitado hostal Cuba vuelva a albergar clientes, esta vez de mayor nivel económico.

El edificio modernista de la esquina entre la calle Sant Magí y la avenida Argentina nació en 1904. Fue construido por Rafael Juan Roc, oriundo del arrabal de Santa Catalina, pero que emigró a finales del siglo XIX debido a que su padre era patrón de un pailebote que comerciaba con las Antillas americanas.

Cuando el hijo regresó a la ciudad que le vio nacer, compró varias casas típicas de la calle Sant Magí y del anteriormente llamado camino de Ronda, es decir, lo que hoy conocemos como la avenida Argentina. Las derribó y edificó el inmueble para que fuese su vivienda. Tras la muerte de su hija y la Guerra Civil, fue vendido y convertido en el hostal Cuba.

La Cuba colonial

Ahora inicia otra etapa con Antoni Aloy al frente, un promotor inmobiliario vinculado a Santa Catalina desde hace tres décadas y que también es propietario del Bingo Casa Menorca y el restaurante Casa Eduardo. Al bar le ha llamado Cuba Colonial, porque ha intentado reflejar el ambiente de aquella época. Acabados y muebles de madera, ventiladores imitando los de antaño, fotos del edificio antes de ser reformado y, en la planta inferior, una puerta de acceso al ´Almacén de contrabando´, tal como se puede leer en los cristales opacos. También hay una fotografía con ´almendrones´, los tradicionales y vetustos autos cubanos.

En esta planta sótano, Aloy pretende crear un llamado bar chill out, que abrirá por la tarde y hasta la madrugada.

Volviendo al piso superior, habrá desde cinco variedades de desayunos hasta cafés, aperitivos, menús, meriendas y cenas. El chef, Francisco José Morata, y el maître, Manuel Cortés, explican que ofrecerán "cocina de mercado con sugerencias, sobre todo mallorquinas, que se habían perdido y se quieren recuperar". Aunque el ambiente parece elegante, afirman que los precios son "económicos". "La relación calidad-precio es muy buena, porque no se puede abusar en estos tiempos de crisis", según afirman. Y ponen como ejemplo el menú a 12 euros, botellas de vino a 7,5 euros y bocadillos a 2,40 euros.

En el bar Cuba Colonial trabajará una treintena de personas, entre ellas Joana, la antigua propietaria del cercano y conocido Café Itake, que ha cerrado para convertirse en un bar de copas.

El nuevo establecimiento de comida se inaugura esta tarde, aunque no será hasta mañana cuando podrá probarse una de sus especialidades: el desayuno cubano.