Los cánticos de aleluya que ayer se escucharon en la Catedral pusieron el broche a una Semana Santa en la que la participación de los fieles ha sido masiva. Alrededor de 2.000 personas abarrotaron la Seu para poder contemplar la tradicional procesión del Encuentro, donde la imagen de la Virgen se reúne de nuevo con su hijo Jesús nada más resucitar el Domingo de Pascua, según las Sagradas Escrituras. Los feligreses que ayer no quisieron perderse este acto religioso, pese al tiempo desapacible de la mañana, tuvieron que hacer una larga cola en la plaza de la Almoina porque efectivos de seguridad de la Casa Real instalaron varios escáneres en la entrada al templo. Sin embargo, los bolsos sólo se inspeccionaron de forma ocular.

Eran las 10.30 horas cuando comenzó la pequeña procesión en el interior de la importante iglesia del gótico catalán. Desde el fondo de cada una de las naves laterales partieron los pasos de la Virgen y Jesús Resucitado, llevados por cuatro costaleros cada uno. La imagen de Cristo fue precedida por una comitiva de sacerdotes y el obispo, Jesús Murgui. Enseguida llegaron junto al altar mayor y, después de posarlos un momento frente a frente, ambos pasos fueron colocados en cada uno de los dos extremos del altar.

Las gracias y alabanzas a Dios se sucedieron a lo largo de toda la eucaristía, presidida por Murgui, en la que algunas explicaciones iniciales y finales se realizaron en cuatro idiomas (castellano, catalán, inglés y alemán). La mayor parte de la ceremonia religiosa se hizo en las dos lenguas oficiales de la comunidad, con las que se insistió en el "júbilo" y el "gozo de la fe" por poder ver a Jesús resucitado. Mientras las palabras de alegría pascual eran pronunciadas en las lecturas, los agentes de seguridad de la Casa Real se paseaban por la Catedral con un ´pinganillo´ en la oreja. Poco después debían llegar los Reyes y los Príncipes a la misa de doce. Por su parte, una señora de la limpieza fregaba el suelo de la entrada, ya que estaba mojado por las pisadas de los feligreses que no se libraron de la lluvia.

En esta solemne ocasión se abrió también la puerta de la plaza del Mirador y, para los Reyes, la entrada principal a la Seu, la de la plaza de la Almudaina. Terminada la misa del Encuentro y después de recibir a sus Majestades, el obispo Jesús Murgui atendió a los fieles en el Palacio Episcopal.