Gritos de "no somos catalanes, somos mallorquines" frente a consignas de "ni Francia, ni España, Països Catalans". La ofrenda floral al rey Jaume I concluyó con el ya tradicional intercambio de insultos e invectivas entre colectivos catalanistas y españolistas en la plaza de España. Un férreo dispositivo compuesto por agentes del Cuerpo Nacional de Policía y efectivos de la Policía Local de Palma impidió que los insultos fueran a mayores.

El intercambio de insultos estuvo acompañado por sus respectivas banderas. Mientras unos portaban la senyera estel·lada, otros enarbolaban la bandera de España. La sospecha de que una lata había sido arrojada por un bando a otro despertó cierta tensión.

Paradójicamente, una consigna fue pronunciada por ambos bandos, separados por vallas y un cordón policial. Ambos entonaron "No la destruyas, estima Mallorca".

Previamente, distintas asociaciones, instituciones y partidos políticos fueron depositando las coronas y ramos de flores a los pies del Rei en Jaume. Desde asociaciones de castellers hasta asociaciones de halconeros, con la rapaz en la mano, fueron desfilando con las flores como homenaje al conquistador de Mallorca.

Instantes antes de realizar la ofrenda, el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma, Jordi Sastre, se mostró partidario de recuperar aspectos olvidados de esta celebración. "Se debía potenciar mucho más esta fiesta. Es la más antigua de Europa", recalcó. Al mismo tiempo, Sastre reclamó "más propaganda" para alentar una mayor presencia de público en los actos y recuperar a "los caballeros de Sant Jordi".

Los actos de la ofrenda discurrieron tranquilamente hasta que fueron aflorando los insultos después de que la portavoz municipal anunciara quién era el portador de la ofrenda. En primera instancia, la presencia del Círculo Balear hizo que aflorara algún pitido aislado. Los portadores de la corona de Unió Mallorquina fueron interpelados con gritos de "ladrones".

A continuación, el anuncio de la corona del Partido Popular en ofrenda al rey Jaume I fue respondido con una avalancha de insultos. "Fascistas, ladrones", espetaron desde las filas catalanistas. Después de la algarada, el acto tomó un cariz mucho más lúdico con la celebración de una torrada popular y el posterior baile.