Casi inconscientemente pensamos que las possessions sólo forman parte del paisaje de la Part Forana de la isla, por su carácter rural, pero nos olvidamos de la importancia que tienen y, sobre todo, que han tenido en Ciutat, cuando estas fincas conformaban la mayor parte del territorio que había más allá de las antiguas murallas. Muchas de las possessions pertenecientes al municipio de Palma han desaparecido abducidas por el crecimiento urbanístico y la especulación, otras se encuentran en un triste estado de abandono y algunas sin embargo persisten recias, elegantes y orgullosas de su historia señorial.

No podemos hacer nada respecto a las ya inexistentes, sólo recordarlas a través de los topónimos de la mayoría de barriadas, urbanizaciones y polígonos, como por ejemplo sa Teulera y Son Castelló. Es el único "referente cultural" que les queda a sus habitantes "para sentirse arraigados al lugar donde viven", tal como afirman los autores de la obra Possessions de Palma. Història i arquitectura del terme de la ciutat. Gaspar Valero y Roberto Fernández instan a preservar las casas y el paisaje de las emblemáticas fincas que aún quedan, para que no siga peligrando el patrimonio del pasado agrícola de esta ciudad. Ellos han puesto su importante granito de arena con la publicación de la segunda parte del libro editado por Olañeta. Allí se recoge la historia y una detallada descripción de 18 possessions, que se suman a la veintena del primer tomo y a otras tantas por descubrir en un tercer volumen. Por tanto, se trata de más de medio centenar de construcciones y su entorno rural, que han forjado la historia de la capital isleña.

Pese a que la actividad agrícola de las que se conservan en buen estado "pende de un hilo", tal como han comprobado con sus visitas, los expertos esperan "que siempre queden zonas naturales –paisajísticas y agrícolas– que mantengan el contexto de las possessions, es decir, un territorio y unas casas". No obstante, reconocen que continuar con los cultivos es una posición "casi heroica, por amor a la tierra".

El papel de la administración

La ayuda de la administración pública es imprescindible para que el futuro de estas fincas no sea sólo contar su pasado en los libros, tal como opina Gaspar Valero. No apuesta únicamente por las subvenciones, sino también por beneficios fiscales, por ejemplo, "porque no se pueden pedir sacrificios a los propietarios sin que tengan un reconocimiento por parte de la sociedad", según sus palabras.

Otra solución, "la menos mala de las posibles", para preservar las possessions abandonadas es que sean adquiridas por los organismos públicos y las rehabiliten para reconvertirlas en espacios sociales. Ésa es la intención del Ayuntamiento en el caso de Son Ametler, aunque las cosas de palacio van muy despacio. "No puede ser que se vaya destruyendo, que se desmoronen sus muros ante nuestros ojos desde hace más de 20 años sin que se dé una solución, tanto para evitar su degradación como para darle una salida útil socialmente hablando", en palabras del investigador.

En la introducción del libro, apuestan por la integración de las possessions en la sociedad actual. Al preguntarle qué quiere decir, explica que si se ha llegado tarde y su territorio ha sido urbanizado, "al menos las casas tienen que estar protegidas para que subsistan los elementos patrimoniales, aunque sean como centro cultural, centro de salud, biblioteca, etc." En cambio, si por suerte todavía queda la construcción y su entorno natural, se podría "revalorizar la agricultura y compatibilizar el uso agrícola con otros, bien sean turísticos, culturales o didácticos, como una granja-escuela", tal como ejemplifica. En la pasada legislatura, parte de las casas de Son Fuster Nou fueron reconvertidas en escoleta municipal.

Usos privados

Un caso de possessió palmesana con un fin turístico, en concreto un gran hotel de lujo, es Son Vida. Otro ejemplo de reconversión es el restaurante-espectáculo de las casas de Son Sunyer, según detalla el libro. La absorción del predio de Son Armadans por el crecimiento de Ciutat ha provocado que sólo se haya conservado la torre de vigía que coronaba la antigua casa señorial. No obstante, se ha reformado y aprovechado para que forme parte de una construcción unifamiliar posterior.

Rodeadas de urbanizaciones, está claro que las antiguas edificaciones rurales han perdido su esencia. "Quedan como fósiles, sin personalidad como las potentes explotaciones agrícolas que fueron. Mantienen su valor arquitectónico y la mayor parte del valor patrimonial, pero lamentablemente descontextualizado", destaca.

Para bien, la Historia permanece y la de Palma se puede conocer a través de sus possessions. El historiador incide en que se trata de "un parámetro importantísimo para conocer el crecimiento urbano de la zona conocida como foraporta o extramuros. Los sectores de la ciudad situados fuera del centro amurallado, como el Eixample o las barriadas, tienen su historia más antigua en las possessions que les dieron vida. Son asimismo un reflejo de la estructura social, ya que muchos de los antiguos propietarios eran nobles terratenientes. Además, estas fincas rurales suponen un testimonio de los cambios del siglo XIX, con el advenimiento a la propiedad de los burgueses, y el XX, con el hipercrecimiento urbano".

Otros ejemplos

Aunque el declive de la actividad agrícola, el avance del turismo y el sector terciario, y la consiguiente presión urbanística fueron los factores que contribuyeron a la desaparición de gran parte de este patrimonio en Palma, todavía existe un importante legado que nos retrotrae a un pasado de esplendor cuya huella permanece. Algunos bellos ejemplos que aparecen en el libro son la finca de El Canyar, en Establiments; la de Santa Eulàlia, en el Ponent palmesano; Son Valentí; Son Pacs; Xorrigo o Son Gual. Por el contrario, las possessions que asociamos a polígonos industriales, porque han sido construidos en esas antiguas fincas rústicas, sólo conservan las edificaciones y están abandonadas, como Son Oms y Son Morro. La de Son Morlà corre un peligro similar, pero la ciudad no puede seguir creciendo de espaldas a este valioso patrimonio, la mejor seña de identidad de la isla.