En todas las ciudades hay un lugar en que sus ciudadanos se reúnen ante acontecimientos importantes, bien sea para manifestarse, para celebrar actos solemnes, para reunirse en señal de duelo… En Palma ese lugar lo ocupa la plaza de Cort.

Este solar está comprendido entre las calles Colom, Cadena y Palau Reial, y se alarga hasta la intersección de las calles Jaume II, Costa d´en Brossa y Costa de Sant Domingo. Antaño la plaza de Cort extendía sus dominios hasta la calle Almudaina y la plaza Santa Eulàlia. Su planta siempre ha dibujado una traza irregular que se ha ido configurando a lo largo del tiempo. El nombre de Cort hace referencia a las curias o cortes que tenían los magnates o porcioneros de la isla. Estas cortes eran las escribanías de la Baronía de Lloseta, del Paborde de Tarragona, del Temple, del Pariaje... todas ellas ubicadas en la plaza.

Si nos remontamos a la fundación de la ciudad de Palma, en época romana, se debe señalar que la plaza de Cort no pertenecía al entramado urbano de la urbe, ya que se situaba fuera de las murallas. Hay unanimidad entre los historiadores en afirmar que la muralla del recinto del barrio de la Almudaina, es decir la ciudad romana, pasaba por en medio de la manzana de Cort, dirigiéndose hacia la calle Palau Reial, a la altura de la sede del Consell de Mallorca. En ese punto había una puerta cuyo aspecto sería similar al portal que todavía se conserva en la calle Almudaina. Por tanto, en esta época, el espacio que hoy ocupa la plaza de Cort debería ser un lugar similar a lo que fueron Ses Enremades para nuestros abuelos, es decir, un solar amplio situado fuera de una de las puertas de la ciudad y que servía como punto de reunión y partida para los viajeros y comerciantes que iban y venían de diferentes puntos de la isla. Algún porche, hostal o cuadra debieron ser las únicas construcciones existentes.

En el siglo X, Mallorca quedó incorporada a Al-Andalus y la ciudad dejó de denominarse Palma para convertirse en Medina Mayurqa. En un primer momento, las murallas de la ciudad islámica se circunscribieron a las ya existentes de época romana y, por tanto, la ciudad debió crecer paulatinamente fuera de sus muros. Con la tesis doctoral de la arqueóloga Magdalena Riera, se concluyó un largo debate historiográfico sobre cuántos fueron los sucesivos recintos amurallados que tuvo Palma a lo largo de su historia y cuál fue su emplazamiento exacto. Riera apuntó el período de taifas (1015-1078), concretamente la época del último taifa soberano de la isla, Nasir al-Dawala, como el momento en el cual se levantó un tercer anillo amurallado en la ciudad. Un tercer anillo que abrazó un solar extensísimo y que coincidiría con el actual centro histórico de Palma. Cuando Jaime I, en 1229, divisó por primera vez Medina Mayurqa se encontró con ese tercer recinto amurallado. Al quedar la plaza de Cort incluida dentro de las nuevas murallas de la ciudad, se debió de convertir en una zona importante. Es cierto que conocemos pocas cosas de la vida cotidiana de la Palma islámica en general y de las actividades que había en Cort en particular. En cambio, sí sabemos que, tras la conquista de 1229, Cort se convirtió en el centro neurálgico de la urbe. Allí se concentraron las actividades comerciales, viarias, administrativas, jurídicas y religiosas. El primer gobierno del Reino, constituido a finales del siglo XIII, escogió el hospital de Sant Andreu (situado en el lugar en que hoy se encuentra la biblioteca de Cort) como sede institucional. Este hospital había sido fundado en 1232 por el conde del Rossellón, Nuno Sanç, y fue propiedad definitivamente de los jurados del Reino en 1343, momento en que el rey de Aragón Pedro el Ceremonioso les donó el hospital y una casa adyacente que había sido de los caballeros de la orden militar de Sant Jordi. El solar que ocupan estas dos propiedades puede considerarse el origen nuclear de lo que posteriormente se convertirá en La Sala, es decir, la casa de la Universitat del Reino –compartida por los Jurados y por el Gran i General Consell–, más tarde reconvertida en ayuntamiento de Palma.

Aunque ahora pueda parecer extraño, la plaza de Cort fue un activo centro comercial. Por las ordenanzas dictadas por Jaime II sabemos que allí se vendían madera, cañas, hilo, algodón, paños, sedas… También ejercían sus actividades comerciales los mercaderes, especieros y buhoneros. El mercado de Cort estaba complementado con la venta de otros productos en la actual plaza Santa Eulàlia. Un episodio importante en la configuración de Cort fue la construcción, en el siglo XVII, de la actual fachada del Ayuntamiento, convirtiéndose en el retablo mayor de la plaza, teniendo como predela el banco des vagos o des si no fos. El aspecto de este espacio público se mantuvo invariable hasta el siglo XIX. La desamortización de Mendizábal (1831) permitió ganar amplios solares para la ciudad. Por primera vez la morfología urbana de la ciudad medieval cedía a planteamientos urbanísticos modernos. Éstos se empezaron a ejecutar durante el reinado de Isabel II. En Palma surgieron nuevas calles y plazas. En el caso concreto de Cort, ésta vio mejorar sus accesos gracias a la creación de dos nuevas vías: la calle Colom y la de Conquistador. Finalmente, a principios del siglo XX (1921), se derribó la illeta de Cort, con lo que se ampliaba la plaza. Hace unas décadas se tuvo el acierto de sembrar una majestuosa olivera milenaria en un lateral, la cual ha conseguido desviar parte del protagonismo exclusivo que tenía la fachada de la Sala. De hecho, nuestra olivera se ha convertido en el árbol más fotografiado de la ciudad.

(*) Cronista oficial de Palma