Me gustaría saber qué piensan los árboles de las migraciones de estorninos. En estos días, grupos de pájaros ruidosos se pelean por el menor de sus rinconcitos. Primero planean formando figuras caprichosas en el cielo. Espirales, tubos, acentos circunflejos. Luego, al imperio supongo que del jefe, se lanzan como un solo pájaro sobre el objetivo buscado.

Ese árbol que vivía más o menos tranquilo, frecuentado sólo por algunos gorriones. Con los habituales inconvenientes de los perros que levantan la pata en su tronco. Árboles venerables y tranquilos ven con horror como han sido seleccionados por la "guía Michelín" de los estorninos. Supongo que las hojas se les pondrán de punta al advertir cómo el horizonte se llena de esas bandadas. Cómo demoran su aterrizaje o mejor dicho su ´arborizaje´ mientras figurean como nubes.

Cuando se produce la ´okupación´, no hay rama que se no se agite. Parece como si a los estorninos les guste gritar y pelearse antes de dormir. Probablemente se disputan las habitaciones mejores, los lugares de privilegio. Chillan y porfían. Y mientras tanto también cagan como máquinas. Llenando el suelo y el tronco arbóreo de su rastro blancuzco.

Cuando caen en picado constituyen un espectáculo urbano. Muchos vecinos se asoman a la ventana y contemplan aquella barahúnda pajaril. El árbol se agita, estremecido por tanta pelea y griterío. Parece una de aquellas tabernas del viejo oeste, donde las broncas son permanentes. Luego, conforme las sombras señorean el cielo, se van calmando. De todas formas, incluso en la alta noche se escuchan algunos sacudimientos de alas, piares sordos, movimientos. Como cuando hacías guardia en los cuarteles llenos de soldados dormidos, y te rodeaba un rumor indefinible, de presencia humana. Ronquidos, toses y cosas peores. Pues lo mismo, pero en estorninos.

Por la mañana, los estorninos se despabilan también cantando y piando. Y salen a alimentarse de olivó. La dieta que necesitan para cubrir esa última parte de su viaje hacia África.

Cuando se marchen, estoy seguro de que el árbol farà un alè.

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